Durante la 9° reunión Plenaria (#IPBES9) de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Normativas sobre la Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), desarrollada recientemente en Bonn, Alemania, representantes de los 139 estados miembros de la IPBES negociaron y aprobaron el informe titulado “Evaluación Metodológica de los Diversos Valores y Valoraciones de la Naturaleza” (#ValuesAssessment).
El Dr. Christopher Anderson, profesor del ICPA-UNTDF e investigador del CADIC-CONICET, trabajó durante casi cuatro años como experto argentino ante IPBES, autor y coordinador de capítulo en este proceso que marcó un hito en el debate global sobre la conservación, ya que por primera vez se incorporó una perspectiva inclusiva de distintos saberes. Yendo más allá de la tradicional predominación de enfoques ecológicos y económicos, esta evaluación incluye también aportes de las ciencias sociales, las humanidades, las artes y el conocimiento indígena y local.
Cabe mencionar que dicho informe fue encomendado por IPBES en el año 2018 a solicitud de los países miembros para contribuir a la articulación de los múltiples valores de la naturaleza en la toma de decisiones que actualmente está dominado por intereses económicos, individualistas y cortoplacistas. Los países también reconocieron que las múltiples crisis “ambientales”, incluyendo la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la emergencia de nuevas enfermedades, en realidad se basan en una “crisis de valores”.
La evaluación encontró más de 50 métodos para mejorar la cuantificación y descripción de los diversos valores de la naturaleza, incluyendo no solo indicadores ecológicos y económicos sino también socio-culturales y perspectivas de los pueblos indígenas y comunidades locales. De esta forma se evidencia que es posible reconocer, identificar y dimensionar estos valores, lo cual también permite mejorar su vínculo con la toma de decisiones. No obstante, para lograr lo anterior también es necesario mitigar las asimetrías de poder entre actores sociales, y de esta forma lograr las metas de diversos acuerdos multilaterales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que buscan "un futuro justo y sostenible".
El informe señala que el número de estudios que valoran la naturaleza está en auge, aumentado en promedio más de un 10% por año durante los últimos cuarenta años. Sin embargo, el 74% de estos estudios se centran en los valores instrumentales de la naturaleza, o sea su importancia para usos directos y tangibles para las personas (ej. un bosque para madera). Este sesgo deja por fuera de consideración los valores intrínsecos que describen la importancia de la naturaleza por sí misma (ej. el bosque como biodiversidad y ecosistema) y también los valores relacionales. Este último tipo de valor engloba tal vez los más importantes para la gran mayoría de las personas, ya que ponen el enfoque en que la naturaleza tiene importancia como escenario para las relaciones culturales y sociales de las personas (ej. el bosque como parte de la identidad, salud mental y física, sentido de pertenencia de las personas).
Por otro lado, el informe también resaltó que solo el 2% de los más de 1.000 estudios analizados consultan con las partes afectadas por las decisiones, y únicamente el 1% de los estudios las incluyen a los actores sociales involucrados en cada uno de los pasos del proceso de valoración de la naturaleza.
Como soluciones a estos desafíos, propone varios cambios específicos que deberían ser añadidos en las iniciativas para valorar la naturaleza. Por ejemplo, es crucial reconocer y respetar las distintas cosmovisiones de los diferentes grupos humanos, incluyendo los valores y los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas y las comunidades locales. A su vez, esta diversidad humana también se puede expresar en otros aspectos, como las perspectivas de género o de equidad intergeneracional, ya que en muchas prácticas de la relación humano-naturaleza reconocer el papel de las mujeres en la administración de la naturaleza permitiría superar las asimetrías de poder frecuentemente relacionadas con la condición de género.
La evaluación fue desarrollada por 82 expertos de 47 países y hablando 51 idiomas, contando además con el aporte de más de 200 autores externos que incluyendo 25 representantes de pueblos indígenas y comunidades locales. A su vez, se basó en la revisión más de 13.000 referencias entre las que se incluyen documentos científicos, fuentes de información de conocimientos indígenas y locales, y referencias a otros informes del IPBES, como el Informe Global aprobado en 2019, en el que ya se determinaba que el crecimiento económico influía de forma negativa en la crisis de la biodiversidad. La contribución de esta nueva publicación, según Ana María Hernández, la presidenta del IPBES, es que será crucial para “alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y reorientar las decisiones hacia mejores resultados”, en especial durante este año, cuando las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica firmarán un acuerdo sobre el nuevo Marco Post2020 para la Biodiversidad y su Visión 2050: Viviendo en armonía con la Naturaleza.
Para finalizar, el Dr. Anderson agregó “la mayoría de las políticas ambientales que analizamos consideran que la forma de abordar los valores de la naturaleza es formar o cambiar los valores de las personas, como por ejemplo campañas de concientización o educación. Estas iniciativas son cruciales, pero insuficientes porque una de las principales conclusiones de este informe es que ya existe una gran diversidad de formas de valorar a la naturaleza. Entonces, no debemos pensar solamente en crear nuevos valores, sino ‘soltar’ los valores existentes pero latentes, y permitir su expresión a través de cambios institucionales. De esta forma, podemos subsanar la brecha entre valores y acciones para lograr tanto la justicia como la sustentabilidad”.