| 22 de enero

La historia del peronismo que Scioli ignora

Que Daniel Scioli se haya referido a las declaraciones del presidente Mauricio Macri como una intromisión en la vida interna del Partido Justicialista (PJ), tras haber manifestado el primer mandatario que Sergio Massa tiene serias chances de ser el próximo líder del PJ; habla del desconocimiento supino que el derrotado bonaerense tiene sobre la historia política del tercer movimiento histórico.

Que Daniel Scioli se haya referido a las declaraciones del presidente Mauricio Macri como una intromisión en la vida interna del Partido Justicialista (PJ), tras haber manifestado el primer mandatario que Sergio Massa tiene serias chances de ser el próximo líder del PJ; habla del desconocimiento supino que el derrotado bonaerense tiene sobre la historia política del tercer movimiento histórico. Indudablemente, es imposible afirmar que los dichos de Macri constituyen un acto de intromisión, en primera instancia, por tratarse de una lectura para la que no hay que ser un avezado analista ni graduado en ciencias políticas. Massa, en virtud del proceso de renovación que aspira a liderar en el peronismo del siglo XXI -tal como lo definiera el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey-, está atravesando el mismo camino que recorriera Antonio Cafiero a fines de los 80, cuando la renovación junto a José Manuel De La Sota los colocara en la línea de avanzada que se frustrara con el ascenso de un Carlos Menem populista y sensible a las viejas pero vigentes reivindicaciones del peronismo primigenio.  
 
¿Puede surgir un nuevo Menem en el peronismo que dinamite el tan ansiado proceso de renovación y modernización que vuelve a surgir tras años de olvido? Quizá el papel de Menem lo cumpla Cristina Fernández de Kirchner que, en una analogía no muy iluminada, busca generar un scrum que avance frontalmente y cuestionando incluso la voluntad popular expresa en octubre y noviembre de 2015 para impedir la actualización del peronismo a la democracia republicana. Se advierte dicho movimiento cuando el propio Scioli, vituperado y ninguneado por la mandataria refugiada en la provincia de Santa Cruz, respalda, de manera indirecta, la conducta del kirchnerismo más radicalizado.  
 
No puede dejarse de lado que, si bien las expectativas en torno a un peronismo más responsable y menos atado a las anquilosadas estructuras y prácticas políticas, son bastante favorables en función de la presencia de referentes como Urtubey, Massa o Diego Bossio, asociado históricamente a la agrupación La Cámpora pero con cada vez menos similitudes al grupo de Máximo Kirchner; no puede ignorarse que históricamente el peronismo tuvo oportunidades diversas de definir lineamientos ideológicos de diversa coloración pero siempre privilegió la construcción de un poder territorial que le permitiera hacerse del poder institucional, para, allí ejercerlo sin los más mínimos remordimientos ni reparos por los textos que conforman la Constitución Nacional. Fue en función de dicha construcción que terminó estructurándose el peronismo, en detrimento de la institucionalización de la vida partidaria, que hoy resulta, ni más ni menos, que una quimera si recordamos que las últimas elecciones internas para definir candidato presidencial fueron, precisamente, en 1988, cuando el populismo tradicional de Menem derrotó a la renovación democrática de Cafiero. Lecciones y tribulaciones que, a fin de cuentas, tuvo la historia del peronismo. Historia misma que parece desconocer Daniel Scioli.  
 
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