La historia se repite, primero como tragedia, luego como farsa, sostenía Karl Marx en El 18 de Brumario de Luís Bonaparte. Un 20 de junio de 1973 y tras 17 años de exilio, Juan Domingo Perón regresa a la Argentina, provocando en el Aeropuerto de Ezeiza una batalla campal entre la izquierda y la derecha del movimiento nacional justicialista, haciendo que finalmente el avión que lo trasladaba se dirigiera hacia la localidad de Morón. Un 13 de abril de 2016, Cristina Fernández de Kirchner regresa de su exilio autoimpuesto en El Calafate, provincia de Santa Cruz, para dirigirse al Aeroparque Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires para declarar por la causa de venta de dólar futuro en los Tribunales de Comodoro Py, ante el juez Claudio Bonadío. Las diferencias entre Perón y Fernández de Kirchner son muy obvias… Excepto para el kirchnerismo, cuya quinta columna insiste en un regreso casi místico de la líder. Evidentemente, regresar para declarar ante la Justicia habla de la escala de valores de la secta del pastor Néstor y su discípula Cristina.
Perón, en 1973, regresaba luego de un exilio impuesto por la Revolución Libertadora que tomara el poder en 1955. En un periplo que incluyó algunas de las dictaduras de derecha más renombradas de América para finalizar en Puerta de Hierro, en la España de Francisco Franco, el viejo líder cuenta con el aval de un sistema político que esta vez decide no proscribirlo. Poco tiempo antes de su llegada, Héctor Cámpora es electo presidente de la mano del slógan "Cámpora al gobierno, Perón al poder", por lo que el desenlace del regreso era cantado. Elecciones, victoria y pacificación del país de la mano de quien en su momento provocara el caos y una grieta sin igual, pero esta vez era un león herbívoro, marcado por el abrazo entre Perón y Balbín. Sin embargo, las diferencias entre la izquierda y la derecha intra movimiento eran más fuertes que el recuerdo que Perón generaba en el pueblo. El estruendo de las balas en Ezeiza se torna ensordecedor. De los bosques salen disparos para el palco, y del palco para la tribuna. En el medio, los autos se convierten en trincheras y la gente en seres luchando por sus vidas. El saldo más benévolo es de 25 muertos y 400 heridos. Perón responsabiliza de los hechos al ministro del Interior, Esteban Righi, pero también cae en la volteada Juan Manuel Abal Medina, miembro de la comitiva organizadora del regreso. Righi, décadas más tarde, sería destituído del cargo de Procurador General de la Nación por iniciativa de Amado Boudou. Abal Medina transmitiría el legado en su hijo, homónimo, quien sería Jefe de Gabinete de Cristina Fernández.
El 9 de diciembre de 2015, Fernández de Kirchner concluye su presidencia abruptamente, entregando el mando 24 horas antes de lo previsto, tras lo cual regresa al sur, a El Calafate, donde se recluiría hasta el 11 de abril, cuando aterriza a las 22 horas en el Aeroparque para instalarse en su departamento en pleno barrio de Recoleta, vale decir, sosteniendo un discurso nacionalista y popular desde uno de los barrios residenciales más caros y coquetos de la Argentina. Bailar desde el balcón, recibir a dirigentes de su espectro, reunión con un ex juez de la Corte Suprema de Justicia como Eugenio Zaffaroni, cuyos departamentos fueron utilizados para el funcionamiento de prostíbulos, subir fotos a redes sociales, incidentes como el destrozo de un kiosco y cánticos alabadores de su figura e insultantes a los vecinos y repercusiones diversas por los medios de comunicación. Luego, una pequeña siesta y un probable regreso a una pequeña mansión en El Calafate, mientras el resto de sus seguidores pugnan por participar del Partido Justicialista y evitar que su líder caiga presa, algo que puede suceder de acuerdo a declaraciones del juez Bonadío.
La Cámpora no es Montoneros. Ya lo dijo Mario Javier Firmenich cuando sostuvo que por las características de quienes militan en La Cámpora es imposible que puedan hacer algo problemático ni podrían siquiera tener algún tipo de entrenamiento armado. La historia, los argentinos, es algo de lo que poco podemos decir que aprendemos. Lo que no podemos negar, es que estos acontecimientos hubieran sido un buen anecdotario para una risotada sobre la farsa que atravesamos.