“Ramal que para, ramal que cierra”, sentenció Carlos Menem en un 1989 que sería el prolegómeno de los inicios de los años 90, en el alba de la desaparición de miles de pueblos y el retroceso de uno de los grandes orgullos, la extensión de las vías de ferrocarriles en una Argentina que no volveríamos a ver. En las miles de hectáreas que eran sinónimo de vida, con las estaciones rebosantes de personas, le respondieron al entonces mandatario recién electo que “pueblo sin tren, pueblo que muere”. Ve
“Ramal que para, ramal que cierra”, sentenció Carlos Menem en un 1989 que sería el prolegómeno de los inicios de los años 90, en el alba de la desaparición de miles de pueblos y el retroceso de uno de los grandes orgullos, la extensión de las vías de ferrocarriles en una Argentina que no volveríamos a ver. En las miles de hectáreas que eran sinónimo de vida, con las estaciones rebosantes de personas, le respondieron al entonces mandatario recién electo que “pueblo sin tren, pueblo que muere”. Veintisiete años después, una gobernadora reivindicaría un juego de palabras similar e indirectamente, derogando el Registro de Asociaciones Sindicales. Rosana Bertone pareció rememorar el legado menemista y podría haber dicho que “sindicato que para, sindicato que cierra”, a lo que no podemos dejar de responder que “sindicato que cierra, derechos que agonizan”.
Constituye una medida que, si bien puede ser justificada desde una perspectiva de ordenamiento del mapa sindical, de modo de poder llevar adelante en mejores condiciones las negociaciones paritarias que se concretan; también hay que considerar que el gremialismo argentino se caracteriza por ser poco democrático e impermeable a las disidencias internas, por lo que una de las escasas alternativas a las que puede recurrirse es el armado de una estructura paralela que finalmente logre el reconocimiento estatal, sin por ello opacar la existencia del gremio primigenio. Así, es como se han formado agrupaciones que, en el marco del reconocimiento oficial que el gobierno de Fabiana Ríos realizara a la CTA Autónoma, se correspondiera una actitud similar para con otros gremios en el ámbito provincial. La existencia de mil quinientas horas denunciadas por el ministro de Gobierno, Gastón Díaz, pueden ser relativizadas, ya que muchas de las horas son, en verdad, destinadas a la labor de los delegados que están presentes en oficinas e instituciones educativas, sin perjuicio evidente del normal funcionamiento de estas dependencias.
El decreto de derogación del Registro de Asociaciones Sindicales representa una de las medidas más retrógradas y, hablando en términos justicialista – pues Bertone de hecho ha sido designada en la Mesa Ejecutiva Nacional de dicho Partido-, más gorila que podría haber tomado. Entendiendo que el justicialismo reivindica las banderas de la lucha sindical, la ampliación de los derechos de los trabajadores y la mejora sustancial de los sectores populares, Bertone tiene más similitudes a los de la Revolución Libertadora, cuando los sindicatos fueron prohíbidos, los derechos conculcados y eliminados y los sectores populares se vieron rezagados por la prioridad que el gobierno dio a los favorecidos de siempre, en detrimento de quienes buscan la igualdad de oportunidades y el progreso social.