Cambiar el nombre de la doble mano de Maipú, que pasa de llamarse Avenida Prefectura Naval a Intendente Ingeniero Jorge Alberto Garramuño, muestra la corrección política y la hipocresía en un límite que roza el surrealismo. Una obra sospechada de corrupción, que motivó incluso la presentación de un pedido de juicio político por relleno faltante y el propio Garramuño, con varios claroscuros en su carrera, son suficiente motivo para dudar de lo adecuado de cambiarle el nombre a una avenida.
Ya hacia 2003 y posteriormente, las sospechas por irregularidades en la obra de la doble Maipú se empezaron a hacer oír. La cantidad de metros cúbicos de relleno trasladado no coincidían con lo que se pretendía pagar desde el Municipio, pues el recorrido de los camiones que debían movilizarse, de acuerdo a los cálculos realizados en aquellos años, demoraban menos de cinco minutos, cubriendo una distancia imposible de realizar en tan poco tiempo. Por otra parte, la destrucción del ambiente costero, cuya preocupación había motorizado a la referente ambiental Graciela Ramacciotti, no había despertado gran interés en la comunidad.
Es interesante considerar que rellenar parte de la bahía para poder realizar la nueva avenida fue, básicamente, invadir otra jurisdicción. El mar y las costas son, jurisdiccionalmente, ámbito de la Prefectura Naval, por lo que ya desde sus orígenes está concebido con deficiencias el proyecto. Vale tener en cuenta que a fines de los años 90, la instalación, apertura y habilitación del boliche Náutico había provocado un problema, ya que si bien la autorización de funcionamiento de locales bailables es potestad del Municipio, los socios dueños del Náutico replicaban que el lugar no era jurisdicción municipal sino de la Prefectura. Finalmente, el boliche funcionó -de hecho cerró recién en 2015/16- y el Municipio no pudo inmiscuirse pues no era de su jurisdicción. En resumen, para impedir el funcionamiento de un boliche la Municipalidad, encabezada por Garramuño, no tenía jurisdicción, pero para construir una nueva avenida sí. Tras la concreción de la nueva arteria, el boliche quedó en medio de la ciudad pero ello no fue impedimento para que siga abriendo todos los fines de semana.
Por otra parte, la figura de Garramuño es polémica y la tan repentina imposición de su nombre a una avenida no está exenta de claroscuros. Admitió haber votado, a cambio de obras para la Provincia (esto es, no por convencimiento sino por oportunismo) a favor del memorándum con Irán, denunciado por el fiscal Alberto Nisman. Su jefe de gabinete municipal, mano derecha y segundo candidato a legislador en 2007, Pablo Wolaniuk, fue filmado recibiendo dinero de una cooperativa, cuyo destino sería el jardín de infantes de su esposa. ¿Garramuño podía desconocer semejante hecho siendo Wolaniuk su delfín político? Indudablemente es muy difícil de justificar un eventual desconocimiento. Una gran confianza implica una gran responsabilidad.
Es muy difícil explicarle a quienes sufren la problemática habitacional que el nombre del principal responsable de sus padecimientos está plasmado en la cartelería de una de las avenidas más importantes de Ushuaia. Haber decretado el cierre del Registro de Tierras, no haber controlado los asentamientos irregulares como consecuencia de la falta de un plan urbano que contemple el acceso a la vivienda como prioridad mientras se avalaba la construcción de grandes hoteles en zonas boscosas, forman parte del legado de Garramuño, un legado que difícilmente pueda ser acreedor del nombre de una avenida.