Francisco Cabrera, presidente de la Fundación Pensar, analiza las consecuencias del anuncio económico de la semana pasada. Este blanqueo de dólares solo beneficia al gran evasor, y deja en claro que lo único que no se blanquea es la situación económica real del país.
El gobierno nacional lanzó un nuevo blanqueo de capitales y opta por recurrir a dólares de dudosa procedencia para emparchar problemas que generó él mismo. Se anunció la creación de dos instrumentos financieros para aquellos que tengan divisas no declaradas (en el país o el exterior). Uno es un certificado de depósitos en dólares (Cedin) y tiene como objetivo reactivar el sector inmobiliario; el otro es un bono en dólares con vencimiento en 2016 para financiar al sector energético (YPF), que rendirá 4% anual en dos pagos semestrales. Así, permite que los evasores puedan blanquear su dinero con total amnistía de la Justicia y de la AFIP. Es más, les ofrece un retorno de 4% anual.
La medida resulta polémica por varias razones. Para empezar, el blanqueo se propone en medio de las acusaciones por lavado de dinero que todos conocemos. Además, esta medida va en contra de la pesificación que pretendió instalarse desde el Gobierno, ya que sólo pueden tener acceso a estas opciones aquellos que tengan dólares. Básicamente, se propone un instrumento con condiciones favorables para el evasor, mientras que el pequeño ahorrista no tienen forma de canalizar sus ahorros en un instrumento de bajo riesgo, en pesos, que lo proteja de la inflación, ni puede acceder al dólar por el cepo.
Difícilmente estas medidas tengan resultados significativos y, sobre todo, no resuelven los problemas de fondo. El cepo cambiario produjo el derrumbe del mercado inmobiliario, que en el primer trimestre del año cayó más de 40% respecto del mismo período de 2012. El blanqueo no resolverá este derrumbe por una sencilla razón: la causa es otra, es la inflación que deprecia al peso y que llevó al Gobierno a imponer el cepo. De la misma manera, el blanqueo no conseguirá financiamiento para YPF. A pesar del impresionante yacimiento de Vaca Muerta, YPF no logra atraer inversiones porque el problema es la política energética y macroeconómica del Gobierno. Ningún empresario invierte si no sabe cuál será la rentabilidad (¿los precios serán los de Kicillof y Moreno o los de Galuccio?) ni si podrá quedarse con el fruto de esa inversión (¿podrá comprar dólares? ¿podrá disponer de ellos libremente?)
El equipo económico en su conjunto transmitió a la Argentina y al mundo que la inflación es de 10,6%, y el viceministro Kicillof sostuvo que hay "una situación holgada en disponibilidad de dólares" y que "todos los indicadores de solidez de la economía argentina dan perfectamente bien".
Por todo esto, la noticia más importante no es lo que se blanquea, sino lo que se sigue negando. Queda claro que la estrategia sigue siendo, sin importar el costo, no blanquear las fallas del modelo.
Fuente: Diario La Nación