La comunidad científica está en estado de alerta. Por primera vez, la partida presupuestaria del Ministerio de Ciencia y Tecnología decae en términos absolutos en casi 1000 millones de pesos. El tema comienza a discutirse en el Congreso esta semana. "Los números fueron analizados por gente que sabe sacar cuentas. Me parece un hecho positivo que por primera vez se analice minuciosamente el presupuesto nacional y el de ciencia en particular. Estamos preocupados, pero no angustiados", dijo la semana pasada Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, relativizando el tema. Pero la comunidad científica está en estado de alerta ante el recorte de más de 30% en el proyecto de presupuesto destinado al sector para el año que viene. Esta semana empieza a discutirse en el Congreso.
Por primera vez desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, su partida decae en términos absolutos en casi 1000 millones de pesos. Y las partidas combinadas para el ministerio, la Conae y la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica (Anpcyt) pasan de representar el 0,7% del PBI al 0,59%.
El Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA presentó un petitorio a ambas cámaras, titulado "Defendamos la ciencia argentina", que se acercaba a las 30 mil adhesiones. Allí se reclama "la modificación del proyecto de ley para garantizar la continuidad de los programas, el funcionamiento de los centros de investigación y la recomposición de los salarios de investigadores, becarios y personal de apoyo". El Encuentro Permanente de Asociaciones Científicas (EPAC), que agrupa a alrededor de 40 sociedades con miembros de todas las posturas políticas, también presentó una nota al ministro Barañao para expresar su preocupación.
“Somos conscientes de que hay reducción presupuestaria en todos los ministerios, pero esto va en contra de las promesas de campaña: elevar la inversión en ciencia y tecnología al 1,5% del PBI”, advirtió en diálogo con el diario La Nación la física Susana Hernández, coordinadora del EPAC.
La cuestión comenzó a difundirse con preocupación en la comunidad científica a partir de un análisis de la evolución del presupuesto para el Mincyt, el Conicet y la Conea entre 2009 y 2016 realizado sobre datos públicos por el nanotecnólogo Fernando Stefani. “Es cierto que todos los años los presupuestos se corrigieron durante la ejecución, pero aquí estamos hablando de un recorte programado. El presupuesto enviado es de $ 13.900 millones, mientras que lo mínimo necesario para mantener el sistema funcionando es de 19.700 millones, y esto sin ninguna mejora de las becas y salarios. La peor consecuencia de los recortes de este estilo ya la experimentamos: es la fuga de cerebros”, advirtió el especialista. En el mismo sentido y en relación a las consecuencias de la reducción presupuestaria, Roberto Salvarezza, investigador superior y ex presidente del Conicet, dijo a Chequeado que implican “la dificultad para continuar los proyectos en ejecución, la paralización o disminución de obras de infraestructura, y un menor ingreso de jóvenes investigadores”.