Es evidente que la capacidad de la sociedad fueguina en materia de canalización y resolución de conflictos entró en crisis cuando la semana pasada, miembros del Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación Fueguina (SUTEF), quisieron ingresar por la fuerza a la Casa de Gobierno reclamando que la Gobernadora Fabiana Ríos los atienda en reclamo de una mejora salarial que viene siendo postergada por desencuentros entre el Ministerio de Educación y la dirigencia gremial.
Si bien es entendible el reclamo que lleva adelante el sindicato docente, producto del incremento que el costo de vida viene atravesando progresiva y sistemáticamente en los últimos años por una serie de desajustes en la política económica y de las variables macroeconómicas del país; no podemos menos que rechazar la actitud intempestiva e intransigente de un gremio que si de algo dio fe en los últimos tiempos, fue de un método de lucha que no se corresponde con la situación del sector que, como puede verse en reiteradas manifestaciones, hace gala de vehículos de alta gama, en contraposición con las consignas de lucha. Si a esto sumamos la existencia de una dirigencia que percibe jugosos ingresos sin cumplir función docente ya que quedan eximidos de hacerlo a partir del uso y abuso de licencia gremial; resulta incomprensible que se vocifere contra el “autoritarismo” y la “sordera” de un Poder Ejecutivo que hasta el momento, como se ve, no logra dar en la tecla exacta para satisfacer los incontenibles reclamos del SUTEF.
Por otra parte, no podemos dejar de advertir que, aunque resulta un tanto exagerado decir que corre peligro el sistema democrático republicano, no es buena señal para la democracia que un gremio genere ante cada negociación los problemas que está generando hoy día, al tener ocupada la Casa de Gobierno, destrozar mobiliario, romper instalaciones y quemar expedientes, tal como se ha denunciado luego de la ocupación. Lamentablemente debemos recalcar (por más que parezca redundante), que un sistema democrático no sólo se rige por la elección de autoridades con el voto popular, libre, secreto, limpio; sino también y sobre todo por el modo de convivencia de los diversos actores que forman parte del sistema político, donde entran en juego no sólo los poderes del Estado, sino también los sindicatos, las cámaras empresariales, las organizaciones de la sociedad civil, entre otros. Un gremio que agrede al periodismo que ejerce su tarea en una asamblea gremial en plena vía pública; un gremio que no duda en amenazar con la toma de edificios públicos “si en cinco minutos no los recibe la Gobernadora”; un gremio que no conoce el significado de la palabra negociación y todo lo que ello implica en una, valga la redundancia, negociación por mejores salarios; un gremio que recurre desde hace años a prácticas violentas no sólo contra funcionarios sino también contra miembros de sus respectivas familias; es, ni más ni menos, que un gremio que difícilmente puede ser calificado de democrático.
Según la Real Academia Española en su versión web, la Proyección, en una de sus acepciones, establece que “En el psicoanálisis, (es la) atribución a otra persona de los defectos o intenciones que alguien no quiere reconocer en sí mismo”. Que el gremio se dedique a criticar la sordera y el autoritarismo del Gobierno, habla de lo que constituye la fuente principal de la legitimidad del SUTEF frente a su séquito de afiliados: desoir desde las conciliaciones obligatorias hasta las propuestas que se puedan llegar a realizar para generar el caldo de cultivo de un descontento que sólo termina siendo funcional a una cúpula ávida de beneficios por licencias gremiales y cuentas de ahorro cada más importantes, utilizando como carne de cañón a las bases.