El lanzamiento de la Mesa Provincial de Cambiemos con Héctor Stefani, Pablo Blanco y Liliana Martínez Allende a la cabeza, es una nueva muestra de cómo ciertos dirigentes jaquean la tradición e historia del centenario partido en beneficio de intereses sectoriales o particulares. Una nueva postulación de Blanco o de Martínez Allende no sólo es la perpetuación de prácticas oscuras de feudalismo político, sino que representa el afán de ambición de quienes forman parte ineludible e imprescindible de
El lanzamiento de la Mesa Provincial de Cambiemos con Héctor Stefani, Pablo Blanco y Liliana Martínez Allende a la cabeza, es una nueva muestra de cómo ciertos dirigentes jaquean la tradición e historia del centenario partido en beneficio de intereses sectoriales o particulares. Una nueva postulación de Blanco o de Martínez Allende no sólo es la perpetuación de prácticas oscuras de feudalismo político, sino que representa el afán de ambición de quienes forman parte ineludible e imprescindible de cualquier análisis de la crisis económica y social que atraviesan los fueguinos y de la que no hacen cargo determinados personajes como los citados.
La adhesión incondicional a que pretenden someter personas de la talla que hoy pululan en la alianza gobernante a nivel nacional es parte de una rendición en similares términos por parte de la Unión Cívica Radical (UCR). Resulta incomensurable el daño que pueden provocar al histórico partido de no realizar las críticas y los aportes que le den a Cambiemos una visión más socialdemócrata y menos conservadora, en concordancia con los lineamientos ideológicos que le otorgara la Declaración de Avellaneda y el alfonsinismo y que desembocaron, en su momento, en la adhesión a la Internacional Socialista, que conforman partidos socialdemócratas de algunas de las naciones más avanzadas de Europa.