Sabido es que los antecedentes de Mauricio Macri sobre el tema Malvinas no son de los más alentadores. Aducir que las Islas significarían un déficit adicional que no se justifica puesto que la Argentina no tiene problemas de territorio como Israel aún resuenan como eco del que no se puede librar el actual mandatario. Rosana Bertone, por su lado, no hace más que abundar en declaraciones altisonantes vacuas y carentes de sentido y sustancia, lo que resulta mucho más simple y sin riesgo que defend
Sabido es que los antecedentes de Mauricio Macri sobre el tema Malvinas no son de los más alentadores. Aducir que las Islas significarían un déficit adicional que no se justifica puesto que la Argentina no tiene problemas de territorio como Israel aún resuenan como eco del que no se puede librar el actual mandatario. Rosana Bertone, por su lado, no hace más que abundar en declaraciones altisonantes vacuas y carentes de sentido y sustancia, lo que resulta mucho más simple y sin riesgo que defender la soberanía, no sólo con palabras, sino con hechos concretos.
Al acuerdo Foradori – Duncan hay que sumar todo tipo de omisiones que tanto Macri como Bertone llevan a cabo, sumiéndolos bajo un halo de complicidad que atenta contra los intereses soberanos y los relega al más bajo fondo barril de entrega en pos de vaya a saber qué intereses inconfesables ocultan tras un ropaje, más o menos elaborado, pero ropaje al fin, de realismo estratégico.
El discurso que el ex combatiente Daniel Guzmán pronunció en la tradicional por Malvinas en la ciudad de Río Grande el fin de semana próximo pasado representa hasta qué punto la hipocresía y la falta de autocrítica más elemental pueden inundar el Salón Blanco de la Casa de Gobierno y sus adyacencias. Replicar el discurso de Guzmán sosteniendo que es una voz entre tantas y que existe diversidad de pensamientos y perspectivas es una verdad de perogrullo y puede ser equivalente a minimizar o negar que las palabras del ex combatiente carecen de validez por existir otros puntos de vista no necesariamente similares. A mal puerto va la mandataria si pretende sostener su discurso pretendidamente soberano pero nada menos que entreguista y cómplice negando críticas que pueden serle muy positivas si las tomara como lo que son: críticas a una concepción que debiera ser dejada de lado para dar lugar a una política coherente con los antecedentes jurisprudenciales sumamente beneficiosos para la causa argentina en torno a Malvinas.
Macri, por su lado, a la hora de diseñar su política exterior, no hizo más que privilegiar oscuros intereses que van en concordancia con la política económica: endeudamiento, evaporación de las reservas monetarias del Banco Central como consecuencia de la inyección de dólares con el fin de mantener el tipo de cambio en una flotación artificial a punto tal que para fin de año la evaporación de reservas serán una triste realidad; el recorte a pensiones y ayudas dejando a la población más vulnerable en peores condiciones; la baja de programas educativos que promovía el propio Estado Nacional y cuyos docentes beneficiarios pasan ahora a depender de instituciones con programas enlatados y pagos que convierten en realidad la mercantilización del sistema educativo; entre otros elementos de políticas que han servido a unos pocos.