por Gabriela Calderón de Burgos
Gabriela Calderón es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
El sueco Nima Sanandaji, acaba de realizar un estudio1 (Institute of Economic Affairs, agosto de 2012) en que analiza los ingredientes que forjaron el éxito de la economía sueca. Allí el autor indica que el desarrollo económico de Suecia se debe a la adopción de políticas liberales a fines del siglo diecinueve y principios del siglo veinte.
El autor recuerda que para 1950, Suecia tenía una carga tributaria de alrededor de 21 por ciento. Mauricio Rojas en su libro Reinventando el Estado de Bienestar2, indica que la carga tributaria que tenían en ese entonces Alemania, EE.UU., Reino Unido y Francia era superior y que fue precisamente durante las décadas que Suecia mantuvo impuestos bajos (1870-1950) que fue el segundo país en Europa con la tasa más alta de crecimiento promedio del PIB. Esta es la época del “milagro sueco”, cuando Suecia dejó de ser una nación pobre y se convirtió en una nación industrializada. En este periodo nacieron las famosas empresas suecas como Ikea, Volvo, Tetra Pak y Ericsson, entre otras.
Esta época del salto al desarrollo es la que nos debería interesar a los países en vías de desarrollo, no la época de la “Tercera Vía” que, según Sanandaji, tuvo un impacto devastador en el ambiente de negocios del país. “Entre las 100 empresas con los mayores ingresos en Suecia en 2004, solo dos eran empresas fundadas después de 1970, comparado con 21 empresas que fueron fundadas antes de 1913”. También afectó la creación de empleos: entre 1950 y 2005, aunque la población sueca aumentó de siete millones a nueve millones de personas, no hubo creación neta de empleo en el sector privado. Suecia pasó de ser la cuarta nación más rica del mundo a ser la catorceava para mediados de los noventa.
La igualdad de ingresos de los suecos precede a la creación del Estado de Bienestar. Una comparación de los niveles históricos de desigualdad para Suecia, EE.UU., Canadá, Francia y Países Bajos muestra que para 1920 Suecia ya tenía uno de los niveles más bajos de desigualdad de ingresos entre estos países.
Sanandaji le atribuye un peso importante a las normas culturales e instituciones no estatales presentes en los países escandinavos: “los altos niveles de confianza, una firme ética de trabajo, la participación cívica, la responsabilidad individual y los valores familiares son características antiguas de la sociedad escandinava que preceden al Estado de Bienestar”. Por esta razón, los suecos en un ambiente de menor intervención estatal como EE.UU., igual prosperan. El autor analiza los 4,4 millones de estadounidenses con orígenes suecos y señala que su PIB per cápita es de $56.900, más de $10.000 por encima de lo que obtiene el estadounidense promedio. Esto también está muy por encima del PIB per cápita sueco, de $36.600.
El Estado de Bienestar sueco entró en crisis a principios de los noventa, así como está en crisis hoy alrededor de Europa. Las reformas de mercado que se implementaron dieron a Suecia un mejor panorama económico incluso durante la crisis de hoy. Recibió la recesión en 2007 con un superávit presupuestario de 3,6% del PIB y en 2011 creció a una tasa de 5,5%, tuvo un presupuesto balanceado y el desempleo estaba cayendo a un pasó más acelerado que en EE.UU.3
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 14 de septiembre de 2012.
Referencias:
1. Sanandaji, Nima. “The surprising ingredients of Swedish success – free markets and social cohesion. Institute of Economic Affairs. Agosto de 2012.
2. Rojas, Mauricio. Reinventando el estado de bienestar. Gota a Gota. 2008.
3. Irwin, Neil. “Five Economic Lessons from Sweden”. Washington Post. 24 de junio de 2011.
FUENTE: www.elcato.org