De acuerdo a un trabajo realizado por el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile, el aumento de la temperatura en el Océano Austral y la llegada de cada año más barcos a la Antártida, se registró la presencia de mejillones, especie que podría modificar el ecosistema provocando una "tremenda pérdida de diversidad por ser excelentes competidores por el espacio, poder crecer y rápidamente dominar el ambiente", según manifestó Leyla Cárdenas, genetista a cargo de la investigación.
“La Antártida es uno de los pocos lugares en el mundo donde todavía no se ha registrado una invasión como tal. En el resto del mundo y como consecuencia del cambio climático, los distintos ambientes han tendido a homogeneizarse”, señaló Cárdenas, para agregar que “Hemos perturbado a tal nivel el ambiente que podríamos llegar a no tener ningún lugar sin evidencias del impacto del hombre".
Los resultados de la investigación, que fueron dados a conocer en un artículo publicado en la revista Scientific Reports, señaó que un grupo de expertos internacionales publicó en el mes de febrero un análisis sobre trece especies con mayor probabilidad de invadir los ecosistemas de la Península Antártida, resultando los mejillones una de las más problemáticas debido a que las algas y otros organismos se verían fuertemente afectados. “Lo más preocupante es que esta especie no tendría un control biológico allí, ya que no hay organismos trituradores como cangrejos”, afirmó Miguel Pardo, ecólogo del Centro IDEAL.
En relación al margen probabilístico de invasión de esta especie, “La probabilidad es alta, especialmente por sus características de vida: alta fecundidad, crecimiento rápido y tolerancia de bajas temperaturas. Además han sido invasores en otras latitudes, lo que es un excelente predictor de invasibilidad”, prosiguió Pardo, coautor de la investigación.
Por otra parte, Cárdenas explicó: “Esta especie necesita la interacción con el ambiente y la protección del sustrato marino. En estos momentos, ese refugio se lo están dando las esponjas marinas”. Además apuntó que es necesario seguir observando si los organismos son capaces de sobrevivir al frío extremo. También ver si su llegada es un hecho esporádico o continuo. Esta investigación por primera vez da cuenta de la llegada de organismos invasores en un ecosistema tan remoto como la Antártida.