| 27 de septiembre

El proceso de la democratización de la democracia

Por Daniel Lipovetzky El derecho electoral es un plexo normativo dinámico. No podría ser de otra forma, porque refleja en sus preceptos los cambios en la realidad social, en materia de elección de representantes, es decir, sigue las tendencias sociales hacia la profundización de la representación política, pilar esencial de la democracia moderna.

Por Daniel Lipovetzky
 
El derecho electoral es un plexo normativo dinámico. No podría ser de otra forma, porque refleja en sus preceptos los cambios en la realidad social, en materia de elección de representantes, es decir, sigue las tendencias sociales hacia la profundización de la representación política, pilar esencial de la democracia moderna.
 
El objeto final de tal dinámica, es la profundización democrática, el arbitrio de los mecanismos jurídicos que, impulsados por los ciudadanos, den como resultado una participación social más activa, profunda y constante, en los asuntos públicos. De eso se trata la democracia al cabo, de la alternancia de los ciudadanos en la administración de los asuntos que nos conciernen a todos.
 
La reforma política que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha encarado, y que tiene como punto de partida, la implementación del sistema de primarias abiertas, obligatorias y simultáneas, así como la instrumentación de la Boleta Única como mecanismo de expresión del sufragio, se dirige en tal sentido.
 
Ciertamente, dichas normas pueden ser entendidas como una “reforma de primera generación”, porque son en realidad el inicio del derecho electoral porteño. Hasta hoy, y desde el origen de la autonomía, pocas son las normas que se han dictado en la materia, y nunca el Ejecutivo local ha llevado la iniciativa en materia de desarrollo de nuestro derecho electoral.
 
Pero son las iniciativas impulsadas por el gobierno de Mauricio Macri, dos puntas de lanza sustanciales, que por un lado profundizan la democratización del sistema (la ley de primarias) y por el otro otorgan garantías sistémicas mucho más profundas que las existentes hasta ahora (la Boleta Única).
 
La democracia argentina, es una democracia de partidos (art. 38 de la Constitución Nacional: Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático…), y en algunos casos la dinámica interna de ellos y la lucha por el poder, han afectado las propias cualidades del sistema. Además, tratándose la democracia de la alternancia de los ciudadanos en la administración y siendo a su vez la nuestra, como se dijo, una democracia de partidos, resulta sintomático ver como los ciudadanos se han ido alejando poco a poco de los partidos políticos.
 
La ley de primarias abiertas, viene a resolver una parte de esos problemas. Simplemente porque abre la elección de los candidatos de cada espacio político a la participación ciudadana plena, reduciendo a su mínima expresión, el peso de los aparatos partidarios en la selección de esos candidatos, y a su vez legitimando a los que surjan con el voto popular. Es una participación obligatoria en la vida interna de los partidos, y a su vez ordenadora de esta última.
 
Por ley, y con vigilancia del Estado, todos los ciudadanos que reúnan unos simples y mínimos requisitos podrán presentarse a elecciones y ser candidatos luego, en caso de obtener respaldo social. La norma propuesta, impone el sistema d´hont en la distribución de los cargos de candidatos, con lo cual se garantiza la representación proporcional de las minorías. 
 
Por otro lado, la Boleta Única genera garantías de transparencia, tanto en el proceso comicial, como en el de recuento de sufragios. En principio porque evita problemas serios que deben enfrentar, por ejemplo, los partidos de menores recursos, y que también afectan las características democráticas del sistema. Es el Estado quien imprime todas las boletas y para todos. No deberán encargarse los partidos de ello y por ende de obtener recursos para hacerlo, ni tampoco de la reposición en el cuarto oscuro en el caso de robo o destrucción, trampas que resultaban hasta hoy tan habituales.
 
Además, la Boleta Única, restringe otros pequeños pero significativos fraudes como el “voto cadena” que muchas veces terminan inclinando el resultado de varias mesas y si la elección es reñida, tal vez el resultado final del comicio. Con la propuesta del gobierno de Mauricio Macri, ya no habrá más sobres ni boletas en un cuarto oscuro, para generar el voto cadena.
 
En síntesis, proponemos un avance sustancial en materia de autonomía política de la Ciudad de Buenos Aires, que amplía la calidad de la participación política de los ciudadanos, transparenta el sistema, y genera un avance sustancial en términos de proveer al reclamo social de mayor participación. Somos un partido nacido de una generación de dirigentes que crecimos en democracia. Nuestra lucha no es contra los fantasmas del pasado, sino contra los defectos del presente. Y en este presente, nuestro rol es darle a la sociedad una mejor democracia. En ese camino estamos.
Daniel Lipovetzky, diputado porteño por el Pro
Fuente: Parlamentario.com
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