La designación del ex secretario de Medio Ambiente del gobierno de Rosana Bertone, Mauro Pérez Toscani, en la misma área pero de la Municipalidad de Ushuaia en reemplazo de Damián De Marco, es la ratificación de la alianza que el intendente Walter Vuoto tiene con el sector de la ex gobernadora. La gestión de "La Cámpora", en la Municipalidad pero también en la cúpula justicialista, una vez más, termina sirviendo de refugio para miembros del gabinete de Bertone, como Alejandro Ledesma, Cecilia Fiocchi, Patricio Lambert o Miriam Martínez.
Pérez Toscani fue uno de los encargados a nivel gubernamental de la diagramación de la obra del Corredor del Beagle, consistente en la realización de un camino costero que continuaría la zona de Playa Larga y alcanzaba algunas de las históricas estancias pioneras de la actividad ganadera como Harberton, Moat y Almanza, que a su vez son testigos mudos de yacimientos arqueológicos milenarios que constituyen testimonio de la vida que los pueblos originarios tenían en las zonas costeras. También es notoria la presencia de cementerios pertenecientes a dichos establecimientos, amén de los bosques nativos que son ambientes únicos en Argentina al conjugar bosques, parte de la cordillera de los Andes y un paso interoceánico como es el canal Beagle. Esta obra, realizada por la más que cuestionada Felipe Gancedo, primeramente contó con el total beneplácito del nuevo funcionario de Vuoto, quien desmintió que haya habido tala ilegal ni daño ambiental.
Sin embargo, la obra del Corredor del Beagle poseía un trasfondo más amplio: la necesidad de algunos países como Noruega de trasladar sus salmoneras a países con normas de cumplimiento menos estrictas y más laxas, motivó a que el secretario de Agricultura y Pesca, Kevin Colli; el secretario de Desarrollo de Inversiones, Leonardo Zara, el ministro de Economía, José Labroca, y el citado Pérez Toscani, firmaran un convenio con la Agencia Argentina de Inversiones y el Reino de Noruega, para realizar estudios de impacto ambiental y factibilidad en relación a la posible instalación de inversiones en el canal Beagle. Dichas jaulas de criadero de salmones, casualmente, coincidían con las distintas etapas de la obra del Corredor del Beagle: lo que se dice, un negocio redondo (para las salmoneras). Organizaciones como Greenpeace o Manekenk, además de reconocidos chef nacionales, iniciaron una campaña advirtiendo de los peligros y los riesgos que la actividad tendría para un ecosistema como es el marino del canal Beagle y las costas fueguinas.
Los cuestionamientos incluyeron también al entonces secretario de Cultura, Gonzalo Zamora (hoy asesor de la concejal ultraoficialista Laura Ávila), en relación al daño provocado al patrimonio arqueológico de la zona y a aprietes y amenazas contra un miembro de los equipos técnicos del área de Cultura que se negó a firmar estudios que negarían la existencia de perjuicios.
Los estudios de impacto ambiental, por otro lado, recibieron cuestionamientos de integrantes del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), que a su vez son docentes de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (UNTDF), ejemplificaron comparando que, si un alumno presentara un estudio de impacto ambiental como el que presentó el Ejecutivo Provincial encabezado por Bertone, no sólo se lo desaprobaría sino que se le marcarían notorios errores que, por tratarse de estudios oficiales, no fueron evaluados con el mismo rigor académico.
Por último (pero no menos importante) es el apuro con que Pérez Toscani, Zamora, el ex ministro de Obras Públicas, Luis Vazquez, entre otros, manejaron la obra del Corredor del Beagle. Una audiencia pública en la que se denunciaron presiones del rector de la UNTDF, Juan José Castellucci, para impedir la exposición de científicos que pudieran objetar la obra emblema del despilfarro bertonista, es sólo una de las tantas aristas polémicas que rodearon al proyecto que también contó con un tratamiento legislativo express.
La prolijidad, claro está, no es la principal fortaleza de Pérez Toscani. Tampoco la transparencia y el rigor que la Secretaría de Medio Ambiente requiere.