Hernan Büchi fue Ministro de Hacienda de Chile.
Los líderes políticos coinciden en que la tarea principal es mejorar las oportunidades para los menos favorecidos y potenciar lo que pueden lograr los sectores medios.
Pero son pocos quienes reconocen que en esas materias el país ha hecho grandes avances gracias a políticas sensatas, de largo plazo y que sin presentarse como soluciones espectaculares han sido muy efectivas en el tiempo.
Incluso en la faceta de igualdad, tema prioritario para muchos, la mejoría es notable. Hoy los chilenos son más iguales que hace algunas décadas en acceso a salud, educación, información, créditos, vivienda, etc. Indicadores objetivos, como la desnutrición y mortalidad infantil, o las expectativas de vida, muestran una convergencia creciente entre quienes tienen menores y mayores ingresos.
Esta falta de aprecio por las instituciones y políticas que nos han permitido avanzar ha puesto en riesgo alcanzar nuestros deseos a futuro. Ello es más grave que lo que se percibe, ya que el escenario externo no podrá seguir mejorando como lo hizo desde el 2006. En el mejor de los casos se mantendrá, y probablemente se deteriore.
Durante esta campaña electoral el proceso se ha agudizado. El pacto opositor, durante las primarias, exacerbó planteamientos que generan gran incertidumbre en todos los planos y para casi todos los sectores relevantes. Así, fuimos testigos de propuestas de cambios constitucionales que bordean la legalidad, de reformas tributarias, que junto con alzas de tasas alteran el corazón del sistema, sin precisar sus alcances y efectos, además de amenazas simultáneas a casi todos los sectores, incluyendo educación, sector financiero y sistema previsional.
Aún cuando molestó que el Ministro de Hacienda expresara que esto estaba afectando la inversión y el crecimiento, ello es probablemente efectivo, pues cada cual debe estar evaluando la probabilidad que los cambios negativos se concreten.
En los últimos días la discusión se ha trasladado a impugnar las cifras fiscales del gobierno. Consideran excesivo el déficit de 1,2% para este año y cuestionan la moderación del crecimiento de los ingresos tributarios. El gobierno responde que el déficit real que recibió alcanzó a 3,2% y no 1,8% como se dijo entonces.
Si bien la ex presidenta vivió la crisis del 2008, tuvo la fortuna de que el precio del cobre pasara de poco más de US$ 1,0 a US$ 3,0. Ello le permitió ampliar el gasto público de 17,2% a 23,4%, aumento que debió acomodar en forma permanente el gobierno actual.
Pero nuevamente este debate no va al centro de lo que permite progresar. Si bien el fisco es relevante, especialmente si se evita que gaste ineficientemente, la verdadera creación de la riqueza está en otro lado. Y mientras la atención de los líderes no pase de las posturas ideológicas a las soluciones efectivas, el cumplimiento de nuestros deseos como sociedad es dudoso.
Por ejemplo, la discusión sobre educación y su calidad carece de sustancia. Destruir las instituciones y aumentar las expectativas e indisciplina de los estudiantes, ofreciendo gratuidad a todos y exigir más recursos sin indicar su uso eficiente, tiene mal pronóstico.
En energía estamos poniendo un gran freno al crecimiento. El tema no se sincera y los efectos son de largo plazo, pero finalmente llegan. Por ejemplo Argentina, un país rico en energía —tanto, que algunos estiman que gracias a los recientes cambios tecnológicos tiene una riqueza equivalente a 7 veces el producto—, debe importar grandes cantidades por causa de una década de políticas inadecuadas.
Por el contrario, EE.UU. es el líder en el uso de la tecnología de shale gas y está dando un vuelco a su panorama energético y al mundial. Francia ha reforzado su estrategia nuclear. Alemania pretende cerrar sus reactores, pero reconoce que su opción por energías no convencionales si bien es muy onerosa, la puede abordar por su gran desarrollo económico. Chile vive en un limbo en que no se sinceran los problemas y que a un paso adelante lo acompañan dos hacia atrás.
Asimismo, si nos interesa la evolución fiscal, es preciso enfrentar la situación deCodelco. Sus costos se han multiplicado por presión laboral, la energía y bajas leyes de mineral. Si el fisco lo capitaliza, para ayudar a sus inversiones, deberá subir impuestos o bajar gastos. Si no lo hace, el país podría comprometer ingresos futuros. Lo más conveniente es romper barreras ideológicas y permitir que los mercados financien y disciplinen la gestión de la empresa en forma amplia y profunda.
Estos ejemplos son solo una muestra de los problemas reales que debemos enfrentar con ideas concretas y no ideología. Mientras antes los líderes tomen ese camino, mejor será para Chile.
Este artículo fue publicado originalmente en El Mercurio (Chile) el 11 de agosto de 2013.