El Índice de Precios al Consumidor (IPC) en las islas Malvinas, arrojó un valor de 1,3 % para todo el año 2020, un guarismo que bajó significativamente en el último trimestre, compensando los dos anteriores en donde hubo algunos sostenidos incrementos.
Puntualmente en Puerto Argentino, teniendo en cuenta que allí vive la mayoría de la población implantada de las islas, la baja en los tres meses finales frente a los aumentos de los seis anteriores, según la Oficina de Estadísticas se fundamenta en menores costos en los rubros combustibles y energía sobre el final del año.
Esto compensó lo que ocurriera sobre todo en la primera mitad de 2020, con aumentos experimentados en alimentos y bebidas, vivienda y equipamiento y servicios, del orden de 0,2%. En tanto, la vestimenta, el calzado, el ocio y la cultura también incrementaron sus índices en un 0,1%.
En términos comparativos nacionales, los números de Malvinas resultan francamente incomparables.
El índice de precios al consumidor argentino, con datos conocidos a principios de enero, marca que en los últimos 12 meses alcanzó un acumulado total de 36,1%. Esto es más del 2.600% que en Malvinas.
El mismo INDEC informó que durante 2019, último año del gobierno de Mauricio Macri, en Argentina la inflación alcanzó el 53,8% anual. En comparación con las islas ocupadas, algo más de 4.000%.
En estas abismales diferencias puede encontrarse la principal y obvia razón por la cual los ocupantes de Malvinas jamás podrían verse seducidos por el régimen económico nacional.
Lo que pocas veces se contempla, al analizar la realidad de cifras tan disímiles, es que el equilibrio y bonanza en las islas los logran cimentando su esquema económico en millonarias explotaciones -unilaterales, ilegítimas e ilegales- de los cuantiosos recursos pesqueros pertenecientes, por derecho, por geografía e historia, a la República Argentina.