La Unión Europea rechazó el pedido de los países africanos de liberar las patentes de las vacunas contra el SARS-CoV-2, debate que está frenado hace unos 16 meses en la Organización Mundial de Comercio (OMC).
“Se trata de no perder el gran avance asociado, por ejemplo, al desarrollo de la tecnología de ARN mensajero”, afirmó el canciller alemán, Olaf Scholz, tras una cumbre de 2 días entre el bloque europeo y la Unión Africana (UA) en Bruselas.
Es el primer pronunciamiento claro del canciller tras la férrea defensa de los derechos de propiedad intelectual que encabezó su antecesora Angela Merkel.
Scholz subrayó que la solución consiste más bien en crear posibilidades de producción en el lugar, consignó la agencia de noticias Europa Press.
El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, había vuelto a pedir la liberación temporal de las patentes. Por ello, añadió que las donaciones por sí solas no son un camino sostenible para generar una inmunidad global que evite la aparición de nuevas variantes.
En la declaración final del encuentro no quedó plasmado este disenso, pero sí se habla, entre otras cosas, de “transferencia voluntaria de tecnología”.
Durante el anuncio, anticiparon que en un tiempo previsible se fabricarán vacunas de ARN mensajero libres de patentes en 6 países de África con apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La idea es que estos países reciban ahora la tecnología necesaria y sean apoyados en la formación de sus expertos.
El 2 de octubre de 2020, antes de la aprobación y uso masivo de cualquier inmunizante, Sudáfrica e India elevaron una propuesta para una exención de los derechos de la propiedad intelectual, anticipando que pocos laboratorios iban a intentar acaparar la demanda. Desde entonces, más de 100 países dieron su apoyo explícito a esta iniciativa o se sumaron como co-patrocinadores, como es el caso de Argentina.
Sin embargo, las decisiones en la OMC se toman por el consenso de sus 164 miembros, por lo que alcanza la negativa que todavía sostienen principalmente la UE, el Reino Unido y Suiza, sedes de las grandes farmacéuticas, para bloquear cualquier progreso.