Un 27 de julio de 1885, el entonces gobernador del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Félix Paz, establece que Ushuaia sea la capital administrativa. Nacido en 1859 en San Miguel de Tucumán, ello no impidió que Paz ingresara a la Marina, en donde sería un avezado marinero patagónico y terminaría designado el 25 de noviembre de 1884 como primer mandatario, instalándose en el pequeño caserío que había surgido tras la creación, el 12 de octubre (es decir, pocos días antes), la Estación de Subprefectura a manos del comodoro Augusto Lasserre.
Con un mandato que duró hasta 1890, la gestión de Paz fue la que podríamos caracterizar de típicamente pionera. Conocer el territorio que gobernaría, adentrarse en los conflictos y las vicisitudes que atravesaban los pobladores (con los integrantes de la Subprefectura por un lado y los de la Misión Anglicana encabezada por Thomas Bridges por el otro) y detectarlas potencialidades que el terreno proveía para el porvenir de la isla; podemos mencionar varias acciones que constituyeron el trabajo que predominó la vida de Paz.
Si bien la Estación de Subprefectura fue creada en octubre de 1884, la Misión Anglicana funcionaba desde 1869, cuando se instala la aldea cristiana. Paz, al llegar, se encontraría, desde luego, con tres familias en tal ámbito: los Bridges, los Lawrence y los Whaits, acompañados, a su vez, de un número indeterminado de yamanas cuya vida giraba en torno al conocimiento de los evangelios y la vida productiva en torno a las instalaciones de la Misión.
Poco después de asumir la gobernación, Paz decide realizar un recorrido por el territorio, de lo que resultaría la elección de la capital y su división administrativa. Conociendo Lapataia, las islas Gable y Picton y las bahías Aguirre, Buen Suceso, Thetis y San Sebastián, también pudo registrar la existencia de oro en la zona de cabo Vírgenes y las bondades de pastura para ganado.
Encaminose entonces a la marcha hacia Buenos Aires para lograr las provisiones de materiales, herramientas y víveres que serían de uso y consumo en la isla. Las dificultades del primer tiempo, que incluyeron el incumplimiento en la finalización de la obra de la Casa de Gobierno y la consiguiente convivencia del personal de la gobernación con el de la Subprefectura y el cierre definitivio de la Misión tras ver Bridges cómo morían los habitantes del pueblo yamana (que quedó reducido a tan sólo poco más de 350 personas), no obstaron a que en 1886 concretara una nueva expedición para ratificar las riquezas que podían bienaventurar el destino de los pobladores del Territorio.
Sin embargo, hacia 1887, el naufragio del buque Puerto Deseado, que traía los sueldos del personal y el abastecimiento con que se alimentaría la población, obligaron al socorro un mes después. Si a esto sumamos los crecientes conflictos que Julio Popper, el gran terrateniente que había hecho de la explotación del oro un símbolo de ostentación a punto tal que hasta poseía un ejército propio, el destino de Paz se sellaría pronto, cuando presenta su renuncia (que sería aceptada el 23 de abril de 1890) al cargo de gobernador.