La Segunda Guerra Mundial, el conflicto bélico más devastador de la historia de la humanidad, acabó en 1945 con las derrotas de Alemania y Japón. Sin embargo, a partir de esta fecha nacería una nueva rivalidad por la supremacía mundial, la que enfrentó la URSS de Stalin y EEUU. Estas dos superpotencias dividieron el mundo en dos bandos opuestos, donde cada una imponía su propia visión política, social y económica del mundo. En el caso de la URSS, la mayor parte de los países de Europa del Este cayeron en su zona de influencia, por lo cual tuvieron que emplear distintos trucos de propaganda para convencer a su propia población de que existía una amenaza real que venía del Occidente.
Básicamente, la propaganda de estos regímenes totalitarios consistía en dos principios fundamentales. Por un lado había que elaborar una serie de mensajes que se pudieran entender por todos y que luego se repetían hasta que la población se los creyera. Por otro lado, con esta simplificación se buscaba identificar a un enemigo de la patria y del comunismo, en este caso EEUU. Así pues, el objetivo de la propaganda fue unir a la población contra un enemigo y justificar así la existencia del respectivo régimen comunista, que se vería fortalecido ante su deber de proteger al país de la supuesta amenaza.
Durante los años 60 y 70, la rivalidad económica con EEUU era uno de los campos de batalla más importantes de la Guerra Fría. En este contexto, hay que destacar la propaganda de los países satélites de la URSS, que querían mostrar la superioridad de su modelo económico con lemas como "cada tomate nuestro es una espina en la cama de Kennedy", "cada tarro de compota es un puño en la cara del imperialismo" o "cada albóndiga es una bala en la lucha contra el imperialismo mundial".
Cuando estalló la guerra de Vietnam en 1955, los países del bloque comunista denunciaron la "agresión imperialista de EEUU", y en algunos casos se llegaron a difundir lemas propagandísticos como "cada huevo nuestro es bomba, cada gallina es una fortaleza volante contra los agresores", haciendo referencia aquí a los bombarderos estadounidenses B-17, conocidas como Fortalezas Volantes.
Ya en los 80, cuando empeoró la situación económica de la URSS y sus satélites, haciéndose cada vez más insostenible el modelo de economía planificada, en estos países se empleó más propaganda blanca, dirigida a tranquilizar a la población y a asegurar que los soviéticos seguían siendo el país más poderoso del mundo. Aun así, en la ciudad búlgara de Tutrakan encontraron el principal culpable de la delicada situación económica: "Ronald Reagan, enemigo número uno del sistema rural tutrakano." Por su parte, la propaganda blanca a favor del sistema comunista llegó hasta tales extremos, que algunos de sus mensajes fueron absurdos. Por ejemplo, en algunos manicomios apareció el lema:"todos los locos están unidos en la lucha por la paz y el comunismo mundial", mientras que el lema de algunos hospitales dejó bien claro que "los enfermos soviéticos son los enfermos más sanos del mundo".
El dictador comunista búlgaro, Todor Zhivkov, aseguro que la URSS todavía era el país más poderoso del mundo porque "tiene más yacimientos que la tabla de Mendeleiev". Zhivkov también dejo claro el papel de los periodistas durante el régimen: "un buen periodista no es aquel que cuenta lo que ha pasado, sino que debe".
En 2012, el diputado del Partido Socialista búlgaro (BSP), Anton Kutev, llegó a decir que "el socialismo tiene algo que ver con el SIDA, ya que también se hereda o se contagia por vía sexual".
En este sentido, Kutev afirmó que "los sucesores en el Partido se hicieron socialistas sólo porque sus padres lo fueron." Estas declaraciones provocaron un escándalo entre el diputado socialista y su compañera de partido, Kornelia Ninova, que calificó de "vergonzosas" las palabras de Kutev. Sin embargo, el socialista la replicó al recordar que "mi padre fue socialista y mi hija no estudia en Estados Unidos como el hijo de Kornelia".
RADOSLAV YORDANOV, LIBERTADDIGITAL