| 12 de agosto

El Banco BRICS, el FMI y el Banco Mundial deben eliminarse (y por los mismos motivos)

Por Iván Carrino. El martes de la semana pasada, los países agrupados por la sigla BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) festejaron con bombos y platillos el lanzamiento de su Banco de Desarrollo que, según los medios periodísticos, tendrá la finalidad de “financiar proyectos de infraestructura y de sustentabilidad”, además de, gracias al establecimiento de un fondo de reservas de emergencia, intentar mitigar las consecuencias de las crisis cambiarias y las fugas de capitales.

Por Iván Carrino. El martes de la semana pasada, los países agrupados por la sigla BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) festejaron con bombos y platillos el lanzamiento de su Banco de Desarrollo que, según los medios periodísticos, tendrá la finalidad de “financiar proyectos de infraestructura y de sustentabilidad”, además de, gracias al establecimiento de un fondo de reservas de emergencia, intentar mitigar las consecuencias de las crisis cambiarias y las fugas de capitales.
 
En algún punto, resulta simpático que el flamante Banco de Desarrollo para países emergentes se presente como un desafío a otros organismos multilaterales de crédito como el Banco Mundial o el FMI, cuando estos organismos no son otra cosa que sus hermanos gemelos.
 
En primer lugar, porque al igual que el FMI y el Banco Mundial, el nuevo Banco BRICS será financiado con los esfuerzos del sufrido contribuyente de cada país miembro. Que en un caso el contribuyente sea norteamericano o europeo y, en el otro, chino e indio, no cambia la cuestión de fondo.
 
Por otro lado, porque al dotar de capital al banco para que éste financie a tasas subsidiadas proyectos de infraestructura, tanto el Banco Mundial como el Banco BRICS le quitan recursos al sector privado que es el que verdaderamente sabe invertir agregando valor a lo que produce.
 
Por último, porque el FMI, al igual que el Banco BRICS, tiene el rol de “prestamista de última instancia” para los gobiernos que enfrentan crisis cambiarias o fugas de capitales, lo que, contrariamente a lo que se busca, termina fomentando que las políticas que llevaron a dichas crisis se perpetúen en el tiempo.
 
Para poner un ejemplo, en la Argentina, 11 años de elevado gasto público y políticas intervencionistas contrarias al respeto por los derechos de propiedad generaron, no solo la fuga de 90 mil millones de dólares, sino también una inflación récord y un sistema control de cambios propio de épocas jurásicas de la economía internacional. Esta combinación de malas ideas y peores implementaciones alejó la inversión y llevó a que hoy la economía se encuentre en recesión y la pobreza alcance niveles cercanos al 30%.
 
¿Qué incentivos tendría el gobierno argentino para corregir el rumbo de sus políticas si sabe que, una vez que se quede sin recursos, podrá acudir al Banco de Desarrollo de los BRICS (o al FMI, para el caso) en busca de un nuevo crédito a tasas subsidiadas?
 
El punto es claro, el desarrollo no necesita de bancos estatales creados ad hoc ni organismos multilaterales de rescate, sino de mercados libres y derechos de propiedad. En este sentido, tanto el nuevo Banco del subdesarrollo, como el FMI y el Banco Mundial deben ser eliminados. Y por los mismos motivos.
 
Iván Carrino es Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Actualmente es Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso.
 
Fuente: Libertad y Progreso
 
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