Minimizar el informe de Roberto Navarro en el canal C5N diciendo que buscaba pauta publicitaria para modificar los términos, es una chicana incomprobable que sólo puede ser pronunciada por quien carece de argumentos frente a la clarísima crisis que el sector industrial vive. Pablo Blanco, legislador de la Unión Cívica Radical (UCR) fue quien utilizó dicha chicana, olvidándose que su rol parlamentario requiere, no sólo hacer leyes, sino controlar que el Ejecutivo provincial cumpla con la defensa
Minimizar el informe de Roberto Navarro en el canal C5N diciendo que buscaba pauta publicitaria para modificar los términos, es una chicana incomprobable que sólo puede ser pronunciada por quien carece de argumentos frente a la clarísima crisis que el sector industrial vive. Pablo Blanco, legislador de la Unión Cívica Radical (UCR) fue quien utilizó dicha chicana, olvidándose que su rol parlamentario requiere, no sólo hacer leyes, sino controlar que el Ejecutivo provincial cumpla con la defensa de los intereses de los fueguinos. ¿Qué puede esperarse de alguien que fue legislador toda la década menemista en que se sumió a la industria en una crisis tan grave que hasta produjo el primer muerto en protesta social en democracia? ¿Qué puede esperarse de alguien que ha sabido transformarse camaleónicamente para sobrevivir casi 30 años en la política fueguina? Todos pasan, pero él queda. Lo que no queda, son las fuentes de trabajo que viviera una etapa de crecimiento en la primavera democrática de los ochenta alfonsinistas.
No se trata de darle la completa razón a Navarro, de quien son conocidos sus exhabruptos, como haber dado por ganadores a Daniel Scioli y a Aníbal Fernández, en la primera vuelta presidencial y en la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, respectivamente, incluso en horario de veda. Son conocidas las intencionalidades a la hora de informar. No son novedad, tampoco, los beneficios que recibió en pauta publicitaria de parte del gobierno nacional, en simultáneo con la falta de crítica a políticas o medidas tomadas. Pero tampoco es novedad que la rebaja de aranceles a la importación de bienes de consumo electrónico generan malas perspectivas para los trabajadores de la industria fueguina. Tampoco es novedad que el traslado de algunas industrias a otras provincias representa matar la vaca lechera de la industria, como dijo el diputado de Pro, Gastón Roma. También es sabido que los contratos temporales, eufemismo de precarización laboral, han sido más la norma que la excepción en el subrégimen de promoción industrial. Asimismo, no es posible negar que dicho mix de medidas y expectativas, sumado al subsidio que se les otorga a quienes se quedan sin trabajo y que es extendido si se van de Tierra del Fuego, configuran un panorama que nos remite a la crisis socioeconómica de los años noventa.
No podemos, por otro lado, rememorar que los noventa, en el ámbito legislativo, fueron sinónimo de leyes de ajuste como la 278 y la 460, esta última símbolo del menemismo tardío que aplicara el peronismo entre 2000 y 2004.