El uso del sindicato de camioneros como fuerza parapolicial para el desalojo del bloqueo de la Planta Orión y la ausencia de fuerzas de seguridad hasta luego de una hora después de finalizados los incidentes, habla a las claras de un gobierno que no tiene interés en reivindicar el diálogo como mecanismo para dar legitimidad a la gestión diaria. Y es que puede decirse que la legitimidad está dada por el voto popular expresado en junio y julio de 2015, pero vivir el conflicto con prácticamente todo el arco sindical y hasta los propios compañeros del justicialismo enfrentados al Poder Ejecutivo Provincial, modifica radicalmente el panorama, obligando a un cambio de actitud que aun no es observable.
La pelea pueblo contra pueblo, camioneros contra empleados públicos provinciales, constituye un manotazo de ahogado de parte de un grupo gobernante que no puede desactivar el conflicto. A la carencia de diálogo, se suma la inexplicable profusión de declaraciones incendiarias y una estrategia comunicacional que no hace más que tirar nafta al fuego. Que el Jefe de Gabinete, Leonardo Gorbacz, hable de los “logros obtenidos” por la gestión mientras el acampe frente a la Casa de Gobierno lleva casi 45 días, de los cuales la mitad aproximadamente fueron también en el ingreso a la ciudad de Ushuaia; que el ministro de Trabajo, Claudio Carrera, provoque a los gremios sosteniendo que sus medidas son totalmente ilegales; o que el legislador del Frente para la Victoria (FpV), Federico Bilota, haya dado inicio al conflicto al negar que se vaya a modificar siquiera una coma de las leyes aprobadas la noche del viernes 8 y madrugada del sábado 9 de enero; muestra más una estrategia dedicada plenamente al enardecimiento y el caldeo de los ánimos populares que de una filosofía de trabajo abocada a resolver de manera pacífica los conflictos.
Que los enfrentamientos se hayan dado, paradójicamente, el día que se cumplen veintiún años del fallecimiento de Víctor Choque, representa un triste homenaje de parte de un gremio que representa hoy la fuerza parapolicial de Bertone y la señal cabal de la falta de aprendizaje de la historia de un pueblo sobre los errores cometidos a lo largo de los años. Aunque difícilmente pueda conocer la historia del pueblo fueguino la mandataria, ya que su llegada a la Provincia se produjo años después y poco tiempo después asumiría, de la mano de Carlos Manfredotti, sus primeras armas en la política fueguina.