El gobierno de China y el de los Estados Unidos anunciaron tener éxito en prototipos de vacunas contra el Coronavirus y en breve comenzarán a realizar las pruebas en seres humanos, aunque estiman que frenar la pandemia no podrá ser posible hasta 2021. La noticia se conoce luego de reportarse alrededor del mundo más de 7800 casos de personas fallecidas por la mutación de este virus y más de 200 mil infectados. Asimismo, llega luego que la Unión Europea anunciara la decisión tomada de manera unánime de cerrar sus fronteras con el resto del mundo durante un mes para contener la propagación.
Científicos de los Estados Unidos también habían informado el comienzo de ensayos clínicos de una vacuna diseñada por la firma biotecnológica Moderna en asociación con el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, la cual copia el código genético del virus en lugar de transmitir una versión atenuada del propio virus. Hasta la fecha, ninguna vacuna que emplee la fórmula ARNm ha sido aprobada para su uso en seres humanos. La vacuna consiste en dos pinchazos en el brazo, uno ahora y otro dentro de 28 días. El objetivo es observar la seguridad de diferentes dosis. Se espera que el ensayo haya terminado en unas seis semanas.
De acuerdo con el periódico británico Daily Mail y sobre los avances del país comunista en la materia, la doctora Chen Wei y su equipo desarrollaron este antígeno basándose en sus estudios anteriores sobre el SARS y el Ébola: "La vacuna es el arma científica más poderosa para terminar con el coronavirus", dijo Chen a la cadena oriental CCTV, citada por el medio antedicho. "Si China es el primer país en inventar un arma así y logramos nuestras patentes, eso demostrará el progreso de nuestra ciencia y la imagen de un país gigante", dijo Wei.
En China también destacan también el aporte del interferón "alfa 2b" cubano, una proteína que actúa como señalador para que el sistema inmune identifique tempranamente al virus y se apresure a combatirlo. "No es una cura ni una vacuna, es un es refuerzo inmunitario que permite que la infección no avance y se convierta en un caso mortal", señalaron especialistas. Hasta el momento las pruebas en siete pacientes mostraron su contribución.
No obstante, el común denominador en las investigaciones que se están llevando a cabo es el relacionado con la viabilidad que la vacuna pueda ser producida en cantidad suficiente para llegar a las millones de personas que hoy podrían estar necesitándola. Pese a los ingentes esfuerzos que agencias gubernamentales dedican a su desarrollo, los expertos consideran que en 2021 podría llegar la vacuna al mundo, sin contar el tiempo que demandará poner el aparato productivo a generar las dosis.
“Las vacunas que hay en marcha están en sus primeras fases, algunas son prometedoras, pero tienen que ser eficaces y seguras, y tener capacidad de producción suficiente para las necesidades globales, así que será un periodo largo”, ha advertido Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias sanitarias. “Que existan no quiere decir que estén disponibles”, ha añadido, en rueda de prensa citada por el prestigio diario El País de España.
Algunos medios, como el Global Times, pasquín oficial del Gobierno chino, subraya la arista relacionada con la competitividad desarrollada por distintos países en la búsqueda de una solución a esta pandemia que genera temor por la paralización y la recesión que podría sumir al mundo sin distinción entre países centrales y periféricos. En los primeros términos utilizados, el artículo informaba del avance que “Alrededor de 19 horas después de que EEUU anunciara que comenzaba las pruebas en humanos para la primera vacuna contra el coronavirus, China ha revelado sus propias pruebas (…), mostrando que las dos primeras economías van a la par en la carrera por solucionar esta crisis de salud pública”.
El Partido Comunista Chino (PCCh) no desaprovecha este asunto para mostrar una imagen de potencia global responsable y desligarse de cualquier responsabilidad que pudiera tener, pese a haber actuado de manera negligente días después de detectar los primeros casos en la provincia de Wuhan, negligencia que permitió diseminar el virus por todo el país y luego al resto del mundo. Sin ningún tipo de rubor, incluso un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores llegó a lanzar la hipótesis de que el ejército norteamericano hubiera plantado el virus en Wuhan, haciéndose eco de las más disparatadas teorías conspirativas que hacen más famosos a youtubers que a funcionarios de gobiernos.
Este es uno de los motivos que explican el ímpetu por tomar la delantera en la búsqueda de un tratamiento contra la Covid-19. Hace dos semanas, el líder Xi Jinping apremió a acelerar la producción de vacunas y medicamentos durante su inspección de la Academia Militar de Ciencias Médicas. Hasta 1.000 científicos chinos están participando en esta campaña nacional, con nueve proyectos en marcha recurriendo a cinco técnicas diferentes, como vacunas inactivadas, de vector viral o genéticas, las cuales se encuentra en diferentes grandes de desarrollo. De esas nueve alternativas, el proyecto de CanSino y la Academia Militar de Ciencias Médicas es la más avanzada.
China también cuenta con un prototipo de vacuna ARNm, al estilo estadounidense, en la cual investigan un equipo conjunto del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades, la Universidad Tongji de Shanghái y la empresa Stermina. Esta alternativa está siendo testada en animales y se espera que alcance la fase clínica a mediados de abril. “La capacidad de investigación y desarrollo de vacunas en China es, en términos generales, una de las más avanzadas del mundo”, afirmaba ayer en rueda de prensa Wang Junzhi, experto en control de calidad de productos biológicos e investigador en la Academia China de Ciencias Sociales. “No seremos más lentos que otros países”, sentenció.
La cuestión de la velocidad es fundamental. Donald Trump, reunido con los ejecutivos de las principales farmacéuticas de EE UU, pidió tener una vacuna lista para las elecciones presidenciales que se celebrarán en noviembre. Pero eso es imposible. Según apuntó Anthony Fauci, director del Instituto Nacional para las Alergias y las Enfermedades Infecciosas, al menos sería necesario un año y medio para tener lista una vacuna. Desde el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, ha explicado que hay algunas vacunas prometedoras, pero que “tienen que ser eficaces y seguras, y tener capacidad de producción suficiente para las necesidades globales, así que se necesitará un periodo largo”. “Que existan no quiere decir que estén disponibles”, puntualizó Simón.
En condiciones normales, el desarrollo de una nueva vacuna puede tomar una década. En el caso de los esfuerzos para frenar el coronavirus, hay parte del camino hecho por la investigación sobre virus como el MERS o el SARS, que son de la misma familia, pero hay cuestiones como las pruebas de seguridad que requieren tiempo para ver los efectos del nuevo fármaco. Algunas vacunas prometedoras se quedan por el camino porque agravan la enfermedad que tratan de prevenir.
Por otro lado, hay que tener en cuenta factores económicos del desarrollo de las vacunas. La Coalición para las Innovaciones y Preparación para Epidemias (CEPI), una organización sin ánimo de lucro con sede en Oslo (Noruega), ha incrementado en más de 90 millones de dólares sus ayudas para impulsar el desarrollo de vacunas. Uno de los receptores de financiación de la CEPI es Moderna. El segundo, un laboratorio de la Universidad de Queensland (Australia), también tiene una posible vacuna que comenzará a probarse en humanos en los próximos meses. El propio Gobierno español ha dedicado 30 millones de euros a estas tareas. En total, se estima que llevar hasta el final de los ensayos clínicos de las tres vacunas más prometedoras para la CEPI requerirá una inversión de 1.800 millones de euros.
Con información de La Política On Line (Argentina), El País (España) y La Nación (Argentina)