Los científicos de la Antártida advirtieron que el creciente número de turistas que visita el continente blanco amenaza su frágil ecosistema y pidieron mayor protección.
Desde 1990 hasta la actualidad el número de turistas pasó de 5.000 en un año a los 40.000 actuales, según datos de la industria. La mayoría visitan las zonas sin hielo que constituyen menos del 1% de la Antártida.
También se está construyendo un número creciente de instalaciones para la investigación, así como carreteras, depósitos para combustible en estas zonas minúsculas de las que ha desaparecido el hielo.
Estas zonas que albergan la mayor parte de la fauna y la flora del continente, son las menos protegidas del planeta, dice un estudio del National Environmental Research Programme (NERP), financiado por el gobierno y la División australiana de la Antártida.
"Mucha gente piensa que la Antártida está bien protegida de las amenazas a su biodiversidad porque está aislada y nadie vive ahí", dice Justine Shaw del NERP en el estudio publicado en el diario PLoS Biology.
"Sin embargo, demostramos que hay amenazas para la biodiversidad de la Antártida. La mayor parte de la Antártida está cubierta por hielo, y solo menos del 1% carece de hielo", recordó.
"Solo 1,5% de esta zona sin hielo pertenece a las zonas especialmente protegidas de la Antártida, pese a que esta zona alberga la mayoría de la biodiversidad".
Cinco de las zonas sin hielo no tienen ningún tipo de protección mientras las 55 zonas protegidas del continente están cerca de lugares con actividad humana.
Steven Chown, de la escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Monash, que también ha colaborado en el estudio, dijo que estas zonas sin hielo contienen ecosistemas muy básicos debido a la escasa diversidad de la Antártida.
Esto convierte a la fauna y a la flora autóctonas en muy vulnerables a la invasión de especies de fuera, que pueden ser introducidas por la actividad humana.
La Antártida está considerada como una de las últimas fronteras para los aventureros. La mayoría viajan en barco, llegando a pagar hasta 20.000 dólares por una camarote lujoso en temporada alta, que se extiende de noviembre a marzo. También hay un floreciente mercado para vuelos panorámicos.