| 17 de noviembre

Cómo enterrar a una bruja

En 1704, en Torryburn, una aldea escocesa, tenían un problema: no sabían cómo deshacerse de un material tóxico. Lilias Adie, una mujer pobre que había confesado ser una bruja y haber tenido relaciones sexuales con el diablo, se había muerto en prisión antes de que la juzgaran, la sentenciaran y, probablemente, la quemaran. Así que la enterraron en un hueco profundo en la playa, en esa parte que queda al descubierto entre mareas, donde hay un barro pegajoso y ensopado, y le pusieron una piedra pl

Louise Yeoman
BBC
En 1704, en Torryburn, una aldea escocesa, tenían un problema: no sabían cómo deshacerse de un material tóxico. Lilias Adie, una mujer pobre que había confesado ser una bruja y haber tenido relaciones sexuales con el diablo, se había muerto en prisión antes de que la juzgaran, la sentenciaran y, probablemente, la quemaran. Así que la enterraron en un hueco profundo en la playa, en esa parte que queda al descubierto entre mareas, donde hay un barro pegajoso y ensopado, y le pusieron una piedra plana pesada encima.
En casos anteriores, si no morían en la hoguera, la gente prefería deshacerse de las brujas muertas de la manera más barata posible: tirándolas desnudas en huecos al lado de donde las ejecutaban. ¿Por qué molestarse tanto con el entierro de Lilias?
El problema es que era posible que Lilias se hubiera suicidado.
Hasta el siglo XIX, las víctimas de suicidio eran enterradas de esa forma en la costa, lejos de suelo consagrado.
Aunque hoy en día pueda sonar extraño o bárbaro, se creía que el suicidio era un crimen terrible contra Dios, inspirado por el diablo.
Y aún peor, se creía que la gente mala que moría de esa manera estaba en riesgo de convertirse en un "revenant", un fantasma visible o cadáver animado que en el folclor europeo –especialmente el británico- representaba a alguien que retornaba de la tumba para aterrorizar a los vivos.
Eso era terriblemente relevante en el caso de la brujería.
Los demonólogos creían que esos cadáveres caminantes eran reales y estaban poseídos por el diablo, que era el que los animaba a hacer cosas como tener relaciones sexuales con las brujas.
Lilias misma había confesado públicamente que las había tenido con el mismo diablo.
Todos sus amigos y vecinos habrían creído que para poder copular con ella, el diablo se habría puesto un cuerpo que había sacado de una tumba.
La leyenda decía que ciertos cadáveres eran más dados a hacerlo: quienes habían muerto ejecutados, quienes se habían suicidado y las brujas.
¿Ves ahora por qué la aldea tenía un gran problema con los restos de Lilias? No sólo era una bruja sino que posiblemente se había suicidado.
Por ello, no sólo la enterraron como se solía enterrar a los suicidas, sino que le pusieron una piedra bien grande encima, pues ese era uno de los remedios folclóricos para los revenants: aplastarlos para que no se pudieran levantar y retornar.
Los tiempos cambian
Después de enterrarla, los vecinos de Torryburn deben haber sentido alivio, cual científicos deshaciéndose de desechos nucleares. Habían encontrado la manera de contener a Lilias por siglos… o al menos eso pensaron.
Desafortunadamente, no se habían protegido de ellos mismos.
En el siglo XIX las creencias cambiaron y unos vecinos emprendedores la desenterraron para vender pedazos de su cuerpo a los anticuarios locales.
El pedazo más preciado, su cráneo, terminó en el museo de la Universidad de St Andrews, donde fue fotografiado hace más de un siglo.
Pero en algún momento del siglo XX, la calavera desapareció y todos los esfuerzos por hallarla hasta el momento han sido en vano.
¿Quedó algo en la playa solitaria?
La BBC fue en busca de la piedra, valiéndose de unas descripciones del área del siglo XIX que mencionan "la gran puerta de piedra que se encuentra sobre la tumba saqueada de Lilly Eadie" y una roca con "los restos de un anillo de hierro".
En un grupo de rocas cercano al puente del ferrocarril, encontramos una roca cubierta de algas que se ajustaba a la descripción.
Lilias todavía cerca al mar
El arqueólogo Douglas Speirs confirmó que la losa no era originaria de esa playa sino que había sido extraída en otro lado y transportada a ese lugar.
En el medio tenía una pequeña hendidura que podría haber indicado erróneamente que era una cavidad para un anillo de hierro. ¿Quedará algo de Lilias debajo?
Según Speirs, los buscadores de curiosidades del siglo XIX probablemente no se llevaron todo el cuerpo.
En esa época, lo que estaba de moda era "leer las protuberancias en la cabeza de la gente", así que el cráneo habría sido el premio mayor.
Quizás sacaron otros pedazos, pero es improbable que se hubieran llevado todo. Y si algo quedó, las condiciones para la preservación en el área son excelentes, así que también es improbable que se haya disuelto por completo.
Sin que se lleve a cabo una investigación arqueológica, nadie puede estar seguro, pero es posible que ésta sea la única tumba de este tipo conocida de una bruja en Escocia y que parte de Lilias todavía esté ahí.
 
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