Thomas SparrowBBC Mundo, Washington (@bbc_sparrow)
Fue un discurso en horario estelar, que duró exactamente 15 minutos y que muy probablemente marcará los dos años que le quedan en la Casa Blanca al presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
El jueves en la noche, el mandatario detalló sus acciones unilaterales para proteger de la deportación a unos cinco millones de inmigrantes indocumentados y ofrecerles la posibilidad de obtener un permiso de trabajo.
Aunque fue celebrada por buena parte de la comunidad hispana, la noticia también dejó sentado un tono de confrontación con los republicanos, que se aprestan a asumir las mayorías del Congreso y ya prometieron una oposición vehemente por considerar que exceden la autoridad del presidente.
El tema va más allá de la inmigración y se espera que ahonde las ya muy profundas divisiones partidistas en otros asuntos que deben ser debatidos en el Congreso, desde la confirmación de nominados presidenciales, el presupuesto del gobierno e incluso la ya en marcha reforma al sistema de salud.
Se trata, sin duda, de un anuncio importante, que afectará de manera profunda a millones de familias y tiene el potencial de influir incluso la carrera presidencial de 2016.
Pero el proyecto también tiene unos límites muy claros.
Una decisión histórica
Julie Pace, la corresponsal de la agencia Associated Press en la Casa Blanca, aseguró que este es el cambio más extenso a la política migratoria del país en tres décadas.
Y no han sido pocas las personas que han calificado las medidas de "históricas", como el reverendo Al Sharpton, una reconocida figura de la comunidad negra, quien habló en la cadena MSNBC de "la decisión histórica del presidente Obama para corregir una injusticia nacional".
El anuncio ciertamente tiene peso, pues afecta directamente a cinco millones de personas y toca elementos muy sensibles en Estados Unidos: no sólo la inmigración, sino también la seguridad fronteriza o el desarrollo económico.
Así mismo, no es cualquier noticia el hecho de que se le permita a un amplio número de personas evitar que uno de sus parientes sea deportado a su país, una que evite la separación de tantas familias.
En ese sentido, Héctor Sánchez, quien preside la Agenda de Liderazgo Nacional Hispana, una asociación de organizaciones latinas, le dijo a BBC Mundo que es "un paso en la dirección correcta".
"El presidente puede dejar un legado como el que más deportaciones ha tenido en la historia del país o ahora puede tener el legado de un cambio importante en una mejor dirección", asegura.
Este es precisamente otro punto por el cual el discurso tiene relevancia: marcará no sólo la política interna del presidente Obama en sus dos últimos años de gobierno sino también la carrera presidencial de 2016, en la que los hispanos tienen el potencial de jugar un rol muy notorio.
Acciones limitadas
Pero también hay que mirar los cambios anunciados con algo de escepticismo, en primer lugar porque esto es algo que el presidente Obama habría preferido hacer de otra forma.
Él prometió desde su llegada a la Casa Blanca en 2008 una reforma migratoria integral, pero se topó con la férrea oposición republicana y, en los últimos meses, con su propia indecisión.
Originalmente este anuncio estaba programado para el final del verano, pero lo pospuso en septiembre, lo que generó incertidumbre y recordó cómo la reforma migratoria ha sido una de sus promesas incumplidas.
La Casa Blanca también es consciente de que las medidas anunciadas el jueves no implican un camino a la ciudadanía ni tienen un carácter permanente.
Es más: ni siquiera abarcan a toda la población indocumentada (unos 11 millones) ni tampoco a los 8 millones que estaban contemplados en el proyecto de ley que fue aprobado en el Senado en 2013 pero no avanzó en la Cámara de Representantes.
En realidad, las acciones ejecutivas están por definición limitadas en tiempo y en magnitud, y la única manera en que el sistema puede cambiarse de manera definitiva es a través de una decisión legislativa.
El presidente lo sabe y lo reiteró en su discurso del jueves: "Tengo una sola respuesta para aquellos integrantes del Congreso que cuestionan mi autoridad para lograr que nuestro sistema migratorio funcione mejor, o cuestionan mi sensatez al actuar cuando el Congreso no lo hizo: aprueben un proyecto de ley".
Tropiezos
Un camino de ese estilo en el Congreso estará, sin embargo, lleno de tropiezos. A partir de enero los republicanos controlarán tanto el Senado como la Cámara de Representantes y ya prometieron una oposición vehemente.
El nuevo líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, dijo en ese sentido que los republicanos están considerando una variedad de opciones. "Pero no se equivoquen: cuando los nuevos representantes del pueblo asuman sus puestos, actuarán".
En ese punto está quizás el principal problema para el presidente: por más importante que haya sido el anuncio, las medidas se toparán con una pared republicana y todavía no está claro hasta qué punto se verá afectada su implementación.
BBC Mundo