Mientras la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF) conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia y se infla el pecho reivindicando la democracia, en su seno interno mantiene docentes separados de sus cargos sin poder ejercer su derecho a la defensa y sin poder tomar vista de las acusaciones que lo apartan de su lugar de trabajo, cual régimen dictatorial.
El docente de la cátedra Epistemología de las Ciencias Sociales de la carrera de Licenciatura en Sociología, Pablo Sulima, egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1996, continúa separado de la cátedra tras una demanda que el Centro de Estudiantes presentó, aduciendo hacerlo en nombre de una alumna pero "manipulándola" y "utilizándola" de chivo expiatorio (ya que la presunta afectada hasta el momento no ha brindado ningún tipo de testimonio que aporte cuestión alguna a la denuncia), dada la animosidad existente que alega Sulima existe por parte de las autoridades de Megafón, la agrupación estudiantil que la conduce a través de sus referentes Reynaldo "tucu" Lencina y Paula Pfoh (esta última funcionaria de la Municipalidad de Ushuaia con un sueldo de más de 124 mil pesos mensuales según datos publicados correspondientes al mes de diciembre de 2020, últimos disponibles en la sección de "Transparencia" del Ejecutivo).
Sulima, que aún no ha podido ejercer el derecho de defensa en el ámbito de la casa de estudios, no sólo motivó que se le impidiera continuar dando clases sino que existe un limbo procesal, dado que tampoco se ha asumido la celeridad y la eficacia que una situación de este tipo amerita (más aún si existieran indicios de culpabilidad que facilitarían el proceso al que se lo está sometiendo).
No obstante, la indefinición de las autoridades universitarias (que habrían tomado represalias por negarse Sulima a firmar el respaldo al actual rector José Luís Castellucci en su cruzada solidaria en beneficio de los amigos de La Cámpora) y la incapacidad por hacer del debido proceso una máxima a seguir por parte de quienes deben investigar, no esta, sino cualquier denuncia, torna angustiante la situación atravesada.
En virtud de ello, Sulima optó por demandar a la UNTDF ante el Juzgado Federal, representado por el letrado, doctor Félix Santamaría, solicitando la revocación de la Resolución emitida por la Dirección del Instituto de Cultura, Sociedad y Estado, N° 4/20, "por ser nula de nulidad absoluta e insanable". Es dable destacar, además, que el docente sería reincorporado a la cátedra tras habérsele solicitado al cuerpo docente la modalidad de trabajo que implementarían. Al haber sido incluido Sulima como destinatario, Sulima entiende que volverá a formar parte del espacio en el que daba clases, por lo que requiere que la formalidad sea subsanada a través de la nulidad del acto administrativo citado.
La UNTDF, rebautizada como Unidad Básica de Tierra del Fuego, no sólo no mella en sus intentos de generar miedo llevando adelante procesos de dudosa legalidad y más que poco clara legitimidad. Tampoco ceja en su empeño por avalar la impunidad de algunos de sus personajes, tal el caso de una de las autoridades del Centro de Estudiantes que no dudó en amenazar a personal de Contextos Fueguinos en un evidente marco de incomodidad por quedar expuesto en prácticas que poco y nada tienen que ver con la democracia que tanto dicen defender en palabras pero, sin lugar a la más mínima duda, denostan en sus actos cotidianos.
Así como en tiempos de conflictos entre la Iglesia Católica y el Estado Nacional argentino de fines del siglo XIX, se pretendía ejercer censura contra docentes que sostenían "posturas heréticas" y alumnos que escribían su tesis por fuera de los cánones que aceptaba el clero; o cuando, más recientemente en el siglo XX, los docentes que no adherían al peronismo (años 40 y 50) o que no abogaban por la dictadura que lideraba Juan Carlos Onganía, eran echados o reprimidos lisa y llanamente; en la actualidad instituciones de educación superior profieren mecanismos más sutiles pero no por ello menos peligrosos.
Mientras un sector (el Centro de Estudiantes a través de Lencina y Pfoh) no sólo huyen y se esconden amparados en los brazos protectores paternales de Castellucci; la otra parte, Sulima, busca obtener una respuesta sin lograr agilidad en un proceso. Paradójicamente, si existe culpabilidad en el accionar de Sulima, estaríamos ante el grotesco caso de un docente "culpable" que se expone para dar explicaciones. Una inversión de roles.
"Los argentinos somos derechos y humanos. El silencio es salud", son los preceptos de Castellucci y su grupo de tareas varias en las oficinas pertenecientes a la casa de estudios.