Una vez más, la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTdF) queda en el centro de la polémica tras una denuncia por acoso, maltrato y persecución ideológica contra un docente de Epistemología de las Ciencias Sociales de primer año de las carreras de Sociología y Ciencias Políticas de dicha institución educativa de nivel superior. Dicha denuncia fue promovida por el Centro de Estudiantes en representación de una alumna (cuya identidad se resguarda), habiéndose efectuado una reunión en la que se notificó al docente de la denuncia pero sin adjuntar ninguna prueba documental que sirva para ejercer el derecho a la defensa del denunciado y sin registrar avances hasta el momento que permitan deslindar o no al docente de responsabilidad alguna frente a lo que inició como "queja formal" del órgano estudiantil.
La denuncia fue presentada contra Pablo Sulima, politólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), recibido en 1996 y miembro de la cátedra desde 2012. Casualmente (o no), Sulima forma parte de la lista que busca generar una alternativa ante los comicios que próximamente renovarán los distintos órganos de gobierno universitario, que ya habían sido cuestionados a fines de 2019 motivando la intervención del Juzgado Federal a cargo del magistrado Federico Calvete.
La emergencia sanitaria dispuesta por el Gobierno Nacional y a la que adhirieron las provincias y las universidades nacionales (estas en el marco de la autonomía consagrada luego de la reforma de 1918), implicó la interrupción del dictado de cátedras de las carreras que se ofrecen en la UNTDF. Sin embargo, Sulima, que forma parte de la materia Epistemología de las Ciencias Sociales en calidad de profesor adjunto junto a Gustavo Orona y Karina Giomi, quienes completan esta especie de "triunvirato" a cargo, optó por mantener el contacto para garantizar la continuidad del proceso de enseñanza y aprendizaje.
La denuncia, que podría hasta ser graciosa si no fuese por las consecuencias que la misma conlleva, empezó con una confusión en relación a la cursada de la cátedra de la que forma parte Sulima con Orona, este último sin ser mencionado como parte de la primigenia queja formal pese a compartir la responsabilidad del dictado de la materia, siendo la denuncia enfocada exclusivamente en el primero. Varios alumnos sostuvieron que fue Sulima quien quedó a disposición de los alumnos a través de envío de material de lectura, ponerse a disposición para consultas mediante grupos de chat y hasta el ofrecimiento de clases virtuales, en vivo y en directo y grabadas para ser reproducidas por alumnos que habían manifestado tener dificultades de conectividad en sus respectivos hogares.
Habiendo transcurrido ya un mes de la presentación de la queja formal de la alumna, cuya identidad se resguarda por tratarse de un proceso en curso y no existiendo ningún tipo de avance, existe una fuerte preocupación en relación a la tramitación de la investigación sumarial que aparentemente se estaría cursando. El debido derecho a la defensa y la existencia de documental probatoria que aún no fue analizada por parte de quienes están a cargo de la investigación, no sólo estarían atentando contra los principios de un proceso investigativo sino contra la libertad de cátedra y la autonomía que forman parte de la tradición universitaria argentina desde hace más de un siglo.