| 23 de octubre

El ajuste del kirchnerismo y Massa en educación atenta contra el futuro de millones de niños y adolescentes

La Ley de Presupuesto es considerada la ley de leyes, en tanto refleja el programa de gobierno anualizado de una gestión en ejercicio de sus funciones. El proyecto de presupuesto 2023 que están debatiendo diputados en el Congreso de la Nación refleja no sólo un ajuste feroz propugnado por el ministro de Economía, Sergio Massa. También marca el desprecio por cuestiones como la educación o la salud, esto es, el desprecio por el futuro de los argentinos.

La Ley de Presupuesto es considerada la ley de leyes, en tanto refleja el programa de gobierno anualizado de una gestión en ejercicio de sus funciones. El proyecto de presupuesto 2023 que están debatiendo diputados en el Congreso de la Nación refleja no sólo un ajuste feroz propugnado por el ministro de Economía, Sergio Massa. También marca el desprecio por cuestiones como la educación o la salud, esto es, el desprecio por el futuro de los argentinos. 
 
Un informe elaborado por el Observatorio Argentinos por la Educación, en el que analizan las proyecciones que plantea el proyecto del Poder Ejecutivo Nacional, el presupuesto para educación se vería disminuido en casi un 16% con respecto al proyecto (frustrado por un discurso belicoso e irreal de Máximo Kirchner en la discusión de la Cámara de Diputados en 2021) de 2022. Si bien el ajuste en educación ha sido una constante en las distintas gestiones de las últimas dos décadas, este proyecto presenta el segundo ajuste más fuerte. ¿Cuál fue el único que lo supera? El de 2020, el año de la pandemia de Covid19. 
 
Si bien algunas partidas contarán con más recursos, como las acciones de formación docente, gestión educativa y políticas socioeducativas o innovación y desarrollo de la formación tecnológica; el ajuste recae, por ejemplo, en partidas sobre información y evaluación de la calidad de la educación o la gestión y asignación de becas a estudiantes. 
 
Un gobierno que ajusta en educación es un gobierno que no presenta una mirada de cara al futuro acorde a las necesidades de los tiempos. Tampoco muestra un proyecto inclusivo que permita avizorar el bienestar de millones de niños, adolescentes y jóvenes, que accediendo a una educación de calidad también puede vislumbrar un futuro personal promisorio. 
 
Un niño que ingresa, en 2023, a la sala de 4 años del nivel inicial, egresará (si cumple con los años de manera ininterrumpida, sin abandono ni repitencia), en catorce años del nivel nivel secundario, es decir, en 2037. No sólo el mercado laboral: también la sociedad y el mundo serán muy diferentes al que vivimos hoy. Si observáramos las consecuencias que la pandemia de Covid19 tuvo en la sociedad, podremos advertir que en un año hubieron cambios muy significativos en la escuela y el trabajo. En catorce años, las diferencias podrían ser inimaginables para el ser humano de 2022. 
 
La educación, la incorporación de habilidades y hábitos, son la garantía que tienen los niños, adolescentes y jóvenes, de poder adaptarse a un mundo cada vez más flexible y que requiere una adaptación para la que la escuela es el primer eslabón que facilita la plena inserción de esa persona en el futuro. 
 
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