Una dotación de 313 personas, entre personal científico, militar y logístico, partió desde el puerto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hacia la Antártida Argentina en el Rompehielos ARA Almirante Irízar (RHAI) para comenzar la Campaña Antártica de Verano (CAV) 2023-2024, en la que realizarán actividades científicas y tareas logísticas de recambio de personal y abastecimiento de las bases argentinas hasta abril.
Al encabezar el acto de orden de zarpada en el Apostadero Naval de la Dársena Norte, el ministro de Defensa, Luis Petri, declaró: «Es un honor estar acá para dar la orden de zarpada. Para todos los argentinos este rompehielos es mucho más que un barco, es una insignia de nuestro país y un emblema de soberanía».
El rompehielos visitará las 13 bases argentinas (siete permanentes y seis temporarias) durante las tres etapas de la CAV con el apoyo de otras unidades de la Armada, confirmó a Télam el comandante del Irízar, capitán de navío Carlos Recio.
Luego de la partida, el buque fondeará en Rada La Plata, donde embarcará, desde un buque tanque de YPF, 4.5 millones de litros de combustible, destinado al Irízar, las bases y las aeronaves, maniobra que durará alrededor de dos días.
Después de esto, el buque irá hacia Bahía Blanca donde embarcarán las dos aeronaves Sea King de la Armada argentina y, de ahí a la Antártida.
El primer desembarco en Antártida será en la Base Orcadas, primera base argentina y la que constituye la presencia humana de carácter estable más antigua del continente, luego de ocho días de navegación, dijo Recio.
La primera etapa se concentrará en las bases ubicadas en la Península Antártica, durará hasta fines de enero e incluirá también a las bases Carlini, Petrel, Marambio y Esperanza en distintas oportunidades, precisó.
Además de la dotación permanente del Irízar, compuesta por 117 personas y 68 de dotación complementaria, en Bahía Blanca embarcará el grupo aéreo con 30 personas más, y en las distintas etapas el buque trasladará a científicos/as de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y del Instituto Antártico Argentino (IAA) quienes, en algunos casos serán desplegados en las bases y campamentos y en otros harán ciencia a bordo del rompehielos.
«Unos 200 científicos/as se movilizarán hacia la Antártida en el verano. Algunos serán recambiados en el transcurso de la CAV y otros invernarán en la Antártida», dijo a Télam el licenciado en Ciencias Biológicas, doctor en Biotecnología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director del IAA, Walter Mac Cormack.
Entre las áreas de estudio del IAA se encuentran: Ciencias de la Vida, que incluye desde microbiología hasta grandes mamíferos, predadores tope, y la biología y psicología humana; el área de Ciencias de la Tierra; y las investigaciones fisicoquímicas y ambientales.
«Esta campaña tiene más de 50 proyectos en desarrollo, que son los que figuran en el Plan Anual Antártico, donde están todas las actividades que el IAA, la DNA y el El Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) van a realizar, que implican más de 80 grupos de trabajo», resaltó el experto en microbiología de ambientes extremos y en la biorremediación de hidrocarburos en suelos de zonas frías, entre otros temas.
El Cocoantar tiene la misión de conducir las operaciones argentinas en forma permanente y continúa en la Antártida para asegurar el despliegue, sostén logístico y desarrollo de la actividad científica.
En el buque cargaron 800 toneladas de víveres para el rompehielos y las bases, que se dividen en frigorizados, transportados a -18°C; enfriados, a 2°C; y secos.
«Estamos totalmente equipados en cuanto a víveres y sanidad», aseguró el comandante.
Entre sus capacidades médicas, el buque cuenta con quirófano, enfermería, sala de cuidados intensivos y de terapia intermedia, tiene un generador de oxígeno medicinal a bordo, y llevará a un cirujano general, un bioquímico, un odontólogo, y tres enfermeros, de los cuales uno es técnico anestesista, otro emergentólogo y el tercero especialista en traumatología, «las patologías más comunes en la Antártida», agregó.
«Es la primera vez que embarcamos en el rompehielos un camión unimog, que tiene las características ideales para trabajar en el continente antártico, y lo llevaremos a la Base Esperanza. También llevamos un refugio colapsable de diseño argentino para emplazar en la isla de Ross y la casa de Petrel. Y este año habrá mayor cantidad de actividad científica usando los laboratorios del Irízar. Estamos muy contentos», destacó Recio.
Este año el Irízar contará con nuevo equipamiento científico en sus laboratorios a bordo, como un flujo laminar, una cabina para trabajar en esterilidad; una centrífuga, elemento de trabajo biológico que gira a muy alta velocidad y separa los diferentes materiales de acuerdo a su densidad; ultrafreezer de -80; y un liofilizador, un equipo que deseca las muestras congeladas, detalló Mac Cormack.
La carga del buque fue realizada del 23 al 26 de diciembre, y trincada el día previo a la zarpada para soportar los temporales del temido «Pasaje de Drake» -que separa a América del Sur del continente blanco al sur de Tierra del Fuego-, en caso de que les toque navegar con mal tiempo, explicó el comandante.
Entre los temas centrales de las investigaciones que se desarrollarán en la Antártida, Mac Cormack destacó el estudio de las conexiones entre la Península Antártica y el Cono Sur de América, por su interés académico y geopolítico, porque «esa conexión que paleontológicamente y geológicamente es fuerte y clara también refuerza la posición argentina acerca de sus derechos sobre esa región», subrayó.
Otra de las líneas prioritarias del IAA es el estudio del cambio climático y los efectos que está ejerciendo sobre los diversos ecosistemas antárticos.
«El continente Antártico es una masa de tierra de 14 millones de kilómetros cuadrados cubierto por una capa de hielo que puede llegar a 3000 metros de profundidad, y es regulador del clima de todo el planeta», explicó el científico.
Asimismo, remarcó que el norte de la Península Antártica, donde están gran parte de las bases y asentamientos argentinos, «es uno de los lugares del mundo donde más se observa y se siente en la actualidad el cambio climático, con un efecto muy acentuado tanto sobre los glaciares, el hielo marino como en los seres vivos».
La conservación del medio ambiente antártico, la determinación de los niveles de contaminación y tratar de remediarlos son objetivos centrales del IAA, indicó.
Entre los proyectos se encuentra la biorremediación, actividades metabólicas de los microorganismos antárticos para eliminar los hidrocarburos que pueden estar contaminando por derrames en las áreas cercanas a las bases.
Además, desde este año estudiarán la presencia e identidad de los microplásticos que afecta mares y biota, t una de las novedades es que el IAA, que firmó un convenio con la Organización Internacional de Energía Atómica, a cargo de Rafael Grossi, para estudiar «por primera vez la presencia de microplásticos en los mares antárticos», concluyó.
La CAV tendrá lugar en el marco del 120 aniversario de presencia ininterrumpida del país en la Antártida.