| 11 de marzo

Eramos pocos y ahora tenemos fracking

Nuestra provincia, como muchas otras del país, es un cúmulo de políticas con un denominador común, insensibilidad y desconocimiento hacia los aspectos ambientales, en una tozuda actitud de poner a la ecología como enemiga del desarrollo. Clara prueba de ello es que Argentina con guarismos sociales y económicos, muchos de ellos, positivos, ha fortalecido políticas perversamente disociantes de lo ambiental y, por consecuencia, poco falta para declarar como subversivos a los ambientalistas. No vamo

Nuestra provincia, como muchas otras del país, es un cúmulo de políticas con un denominador común, insensibilidad y desconocimiento hacia los aspectos ambientales, en una tozuda actitud de poner a la ecología como enemiga del desarrollo. Clara prueba de ello es que Argentina con guarismos sociales y económicos, muchos de ellos, positivos, ha fortalecido políticas perversamente disociantes de lo ambiental y, por consecuencia, poco falta para declarar como subversivos a los ambientalistas. No vamos a detenernos en estas cuestiones, a las que analizaremos en otra ocasión, pero sirve la introducción para encarar la denuncia de una nueva amenaza en Tierra del Fuego, con no poco temor de ser nuevamente calificados como extremistas que pretendemos inducir a la sociedad hacia una crisis energética, retornándola a la era de las cavernas. 
Ah bueno, a ver ahora a qué se oponen?

El pasado 7 de febrero, El Diario del Fin del Mundo publicó una nota, junto con otros medios, a la que tituló: “Hidrocarburos; prevén inversiones por 700 millones de dólares”.
Claro que, con las necesidades existentes en la provincia y este modelo de “desarrollo”, difícilmente alguien pueda calificar esta nota como a una mala noticia. Nuevas inversiones y mayores ganancias a las petroleras, dinero disponible para un gobierno que, mes a mes, debe enfrentar el pago de sueldos a varios miles de estatales, con escasos recursos y menos opciones. Dentro de este panorama, no podemos dejar de pensar en el poder que ostentan las petroleras, a tal punto que han logrado que un gobierno, que se asume como ejemplo de transparencia, acuerde sorpresivamente con todos los legisladores modificando dos leyes emblemáticas para la política ambiental local, Ley Provincial Nro. 55 de Medio Ambiente y 105 de Residuos Peligrosos, otorgándole exclusivamente al sector (Secretaría de Energía e Hidrocarburos) que propone intensificar al máximo la explotación, el control y la medida de sus propios actos.

Pero volviendo a la nota en cuestión, de la misma se desprende que la exploración y explotación de hidrocarburos, se fortalece extendiéndose hasta muy próximo el corazón de la isla, en esta permanente premisa de conducir un sector de la producción en forma aislada de los demás, pisoteando incluso los potenciales recursos sobre los que se sostienen otras actividades.

Casi sobre el final de la nota de prensa, y como epílogo de esta “buena” noticia podemos leer: “El decreto recuerda que la “mayoría de las concesiones de explotación vigentes en la Provincia contienen yacimientos maduros, que han sido sometidos a un periodo extenso de explotación y que, por lo tanto, requieren la aplicación de nuevas tecnologías para incrementar los niveles de producción y reserva”. Una disimulada y muy maquillada manera de hablar del denominado FRACKING.

¿Qué es el fracking?

“Es un método de extracción de hidrocarburos que, además de las perforaciones, requiere provocar fracturas en las formaciones rocosas para la obtención de los recursos. En los terrenos en los que la técnica se aplica, el petróleo y el gas natural están acumulados en poros que no están interconectados entre sí, por lo que las petroleras producen fisuras hidráulicas en las capas subterráneas para facilitar su salida hacia el exterior. Algunos lo denominan más fácilmente: “fractura hidráulica”. Pero ¿Cómo lo hacen?
Realizan profundas perforaciones, verticales y horizontales, e inyectan miles de metros cúbicos de agua, arena y un cóctel de productos químicos a las profundidades de la tierra. Ese golpe de presión genera canales que posibilitan que los recursos se hagan espacio entre las rocas y migren hacia la superficie”.

Cuál es el problema?

– Aumento de la ocupación territorial, respecto de la explotación convencional. Territorios que quedan totalmente inutilizados para otras actividades.

– Este sistema requiere enormes cantidades de agua dulce, se utilizan no menos de tres unidades de agua por una de petróleo.

– Obviamente que esta gran cantidad de agua queda altamente contaminada, sin dejar en claro cuál es el destino final de la misma, con lógico riesgo que termine contaminando aguas superficiales o subterráneas.

Cuando el yacimiento se ha agotado, la roca subterránea queda totalmente contaminada con restos del agua de extracción y de los químicos utilizados en el proceso y, si bien en su mayor parte se halla confinada a grandes profundidades, ello no es garantía que estos químicos no puedan aflorar o ponerse en contacto con napas subterráneas por la acción de procesos naturales.

Las perforaciones verticales atraviesan una o más napas de agua subterránea, con el consiguiente peligro de contaminación cruzada, está probado científicamente que los químicos utilizados, son altamente peligrosos para toda clase de vida, muchos de ellos cancerígenos.

· Existen países en los que se ha prohibido el fracking, por ejemplo en Francia y Bulgaria y en muchos otros se hallan en plena batalla social y judicial, pero cabe preguntarnos si en países como EEUU, con toda la tecnología a su disposición, se han producido importantes accidentes y perjuicios ambientales, qué garantía tenemos que en nuestra Provincia esto no suceda?. Cuenta Tierra del Fuego, con sistemas de monitoreo eficientes de todas estas instancias y, no menos importante, los contratos con las petroleras, son lo suficientemente rigurosos para asegurar la inocuidad de este tipo de metodologías de explotación?

Quede claro que tampoco nos oponemos a la explotación petrolera y gasífera, antes que nos descalifiquen por depender de los mismos recursos, pero con bien controlados sistemas convencionales. Por otra parte quizás debamos comenzar a pensar si este modelo de desarrollo no requiere un profundo debate sobre nuevos paradigmas, además de un mayor apoyo al desarrollo de energías alternativas.

Algo ha quedado muy claro, el gobierno provincial ha tomado la decisión política de explotar al máximo sus recursos hidrocarburíferos, en una carrera vertiginosa por hacerse de recursos económicos que ayuden a aliviar la problemática coyuntural. Para ello debilitaron la institución ambiental que debería controlar la actividad de las petroleras, (Secretaría de Desarrollo Sustentable y Ambiente), parece que les molestan algunos técnicos, dentro del área, que piensan e intentan hacer su trabajo.

Esta frenética búsqueda no tiene límites y poco importan los costos, ni siquiera los de hipotecar el futuro ambiental, social, cultural, turístico y económico de sus habitantes, en afán de sostener una provincia que se ha tornado totalmente insustentable y no solo ambientalmente. 

Julio César Lovece

Fundación Ushuaia XXI
 
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