Mientras exponía en la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados el titular del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, defendiendo la meta de inflación del 60% y descartaba una devaluación brusca, el secretario adjunto del gremio Camioneros, Pablo Moyano, pedía un 131% de aumento salarial en la negociación paritaria del sector. ¿A quién creerle en medio de estos mensajes tan disimiles y contradictorios?
Mientras exponía en la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados el titular del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, defendiendo la meta de inflación del 60% y descartaba una devaluación brusca, el secretario adjunto del gremio Camioneros, Pablo Moyano, pedía un 131% de aumento salarial en la negociación paritaria del sector. ¿A quién creerle en medio de estos mensajes tan disimiles y contradictorios?
Si bien se sabe que la meta de inflación responde más a la necesidad de aplacar las expectativas inflacionarias que a la previsión de lo que más que probablemente suceda, las negociaciones paritarias tiran por tierra todo intento de disminuir las expectativas. El gremio de trabajadores de los neumáticos, que recientemente desactivó el conflicto momentáneamente (dado que algunos de los reclamos aún no han sido respondidos), obtuvo un acuerdo que supera ampliamebte las metas plasmadas por el equipo del Ministerio de Economía encabezado por Sergio Massa.
Es sabido que un factor más que importante a la hora de hablar del futuro de un país, es el cúmulo de expectativas que tienen lo agentes económicos, esto es, productores y consumidores. Los discursos y las señales que envíe la autoridad económica pueden ir en un sentido, pero si los agentes advierten que son incoherentes o endebles, prevalecerán las perspectivas negativas. Es curioso este caso porque quienes intentan proyectar un futuro cercano de disminución en los índices de precios al consumidor son parte de la misma fuerza política que forma pare de la Confederación General de Trabajadores (CGT) que reclama un aumento que más que duplica la proyección del oficialismo.
Pareciera, en definitiva, que estamos frente a una gran fantochada en la que cada cual actúa de acuerdo a lo que su rol indica, pero todos sabiendo que deben circunscribirse a ello sin importar las consecuencias ni la coherencia del mensaje, de modo de poder mantener a su feligresía atada al dogma de fe.