Por Jorge Rabassa* En estos días, se ha hecho evidente la intencionalidad del Señor Intendente de la ciudad de Ushuaia acerca de modificar en gran parte la Carta Orgánica Municipal, para lo cual ya se ha llamado a elecciones de Convencionales Constituyentes municipales. Las modificaciones propuestas son de variada naturaleza e importancia, en distintos capítulos de la Carta Orgánica. En ese sentido, la presenta letra de la Carta Orgánica municipal consagra muchos de los mismos principios que establece por sí misma, así como la Constitución Provincial de 1991 y aun, la Constitución Nacional reformada en 1994. La propuesta de modificación de la Carta Orgánica abarca aspectos fundamentales así como consideraciones formales o aun, instrumentales. ¿Cómo es posible que se esté postulando una modificación tan amplia de la Carta Orgánica, cuando hace tan poco tiempo que ésta se encuentra en vigencia, y no habiendo existido conflictos mayores como resultado de su aplicación?
La respuesta debemos buscarla en razones estrictamente políticas, ni legales, ni constitucionales. El Señor Intendente de Ushuaia se encuentra muy cerca de culminar su segundo periodo a cargo del Poder Ejecutivo municipal, y la presente Carta Orgánica le impide volver a presentarse para la máxima responsabilidad de la ciudad. El Intendente quiere serlo por un nuevo periodo. Todo lo demás que se pretender discutir en la Convención Constituyente es simplemente hojarasca, hojas caídas en el otoño municipal, que cumplen con el cometido de ocultar que el artículo de la reelección es el único que realmente cuenta.
La prohibición de la reelección indefinida del Lord Mayor de la ciudad no es caprichosa, ni es una copia apresurada de las Constituciones provincial y nacional. El Constituyente estableció esa prohibición en la Carta Orgánica pues comprendía que en comunidades relativamente pequeñas, tales como Ushuaia, Tolhuin y Río Grande, la fuerte y decisiva influencia sobre el desarrollo de todas las actividades, sociales o económicas que detenta el Intendente no podía extenderse más allá de los dos periodos permitidos. Esa influencia es consecuencia del poder, y la posibilidad de ejercer dicho poder en forma ilimitada contraviene los principios del sistema democrático, genera dinastías indeseadas y estimula la corrupción, ya que el poder excesivo impide que los organismos y mecanismos de control puedan ejercer libremente sus funciones establecidas por la Carta Orgánica y la Constitución Provincial. Una vieja frase de la política argentina dice que el Poder, corrompe, y el poder excesivo, corrompe excesivamente.
Esta es la única razón que impulsa la impropia convocatoria a elecciones de constituyentes en esta época del año y en este momento del periodo de gobierno. Oponerse a la modificación de la Carta Orgánica es defender la República, aun cuando sea en el ámbito reducido de la Municipalidad. No cuestionar la convocatoria constituyente es jugar para los que quieren conservar el poder pase lo que pase, haya que votar lo que sea, traicionando la Constitución, traicionando la misma Carga Orgánica sobre la cual juraron aquellos que detentaron el poder. Defendamos la República, defendiendo sus instrumentos fundamentales, en su espíritu y en su integridad legal.
*El autor de la nota es convencional constituyente provincial (1990) y legislador provincial (1991-1995) mandatos cumplidos (mc), miembro del Instituto Lebensohn y la Academia de Ciencias de América Latina y candidato a convencional constituyente municipal de Evolución Radical – Juntos por el Cambio