Y un día volvieron. Las paritarias, promesa largamente mencionada en campaña electoral para los comicios de junio que dieron ganador a Gustavo Melella, finalmente son parte de la realidad de la provincia. Luego de cuatro años volvieron los sindicatos a reunirse con autoridades del Poder Ejecutivo para discutir, entre otras cosas, salarios, en un contexto que sigue fuertemente inflacionario. Lo que era una demanda de vastos sectores de la sociedad que lo único que pedían era poder discutir, se co
Y un día volvieron. Las paritarias, promesa largamente mencionada en campaña electoral para los comicios de junio que dieron ganador a Gustavo Melella, finalmente son parte de la realidad de la provincia. Luego de cuatro años volvieron los sindicatos a reunirse con autoridades del Poder Ejecutivo para discutir, entre otras cosas, salarios, en un contexto que sigue fuertemente inflacionario. Lo que era una demanda de vastos sectores de la sociedad que lo único que pedían era poder discutir, se concretó la última semana de enero con encuentros con la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y con el Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación Fueguina (SUTEF), previéndose nuevos encuentros para la próxima semana.
El panorama en 2019 no podía ser peor. Tres años después de haber asumido, la entonces gobernadora Rosana Bertone lanzaba su campaña a la reelección buscando captar el voto del empleado público convocando a paritarias. Lo que no sabía era que su peor enemigo venía del mismo gabinete. El ministro de Gobierno, José Luis Alvarez, plantearía a las pocas semanas que la mala fe del sindicato docente al realizar medidas de fuerza implicaba el cierre unilateral por parte del Ejecutivo de la negociación, dejando nuevamente en manos de la mandataria la decisión de otorgar (o no) un aumento (o no) de salarios. Los ministros que debían tomar cartas en el asunto, como Diego Romero en Educación, no sólo no hicieron nada sino que hicieron lo que mejor supieron hacer en sus lamentables cuatro años: callarse la boca y hacer como que no pasa nada. Hasta que pasó y en junio la catástrofe en las urnas los chocó frontalmente con la realidad que no supieron (o no quisieron) ver. ¿Será la razón por la que Romero pidió que la Obra Social del Estado Fueguino le cubriera un tratamiento oftalmológico? ¿Poder ver la realidad? Nada de eso porque incluso luego de los comicios ratificaron su vocación autoritaria y negaron toda posibilidad de diálogo con los principales destinatarios de las decisiones políticas que tomaban: los ciudadanos.
El 2020 que todavía está al alba dista muchísimo del año que acabamos de describir al mando de Bertone y su gabinete de funcionarios que no funcionaban. Se han convocado paritarias, se realizaron encuentros con los distintos sectores que forman parte de la administración pública provincial. En el caso del SUTEF, han sido ya casi cinco encuentros en menos de dos meses, en tanto que con ATE quizá se advierta un pequeño rezago aunque ya se definió un cronograma entre las partes, todo lo cual habla de un ánimo dialoguista y democrático como no se veía en los últimos años de Bertone. Resta saber, sin duda, cómo evolucionarán los encuentros y cómo irán mutando los perfiles a medida que se vean resultados o se demoren.
La única verdad es la realidad, sostuvo en algún momento Juan Domingo Perón… Y no dudó en expropiar los diarios y callar a los opositores para moldear la realidad. Pero si tuviésemos que trasladar estas palabras al siglo XXI de los fueguinos, podemos decir que la única verdad es la realidad y esa realidad es que después de cuatro años volvieron las paritarias y se retomó el diálogo como debe haber en toda sociedad democrática y plural que se precie de tal.