La improvisación en la que se encuentra sumido el Municipio de Ushuaia en la tan publicitada obra de puesta en valor de la Laguna del Diablo es una muestra más de tantas que cometió la gestión encabezada por Walter Vuoto.
La Laguna, que se encuentra protegida por Ley Territorial 487 mediante la cual se la declara Reserva Natural (y no fue derogada, por tanto sigue vigente al día de la fecha), fue incluida en el Programa Nacional Argentina Hace II para ser objeto de obras que no fueron sometidas a un estudio de impacto ambiental. El apuro al que fue sometido el proyecto por parte del Municipio de Ushuaia es, por lo menos, sospechoso, aunque dada la presencia en el gabinete de funcionarios como Mauro Pérez Toscani (secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable durante el gobierno de Rosana Bertone), uno de los que avaló la obra del Corredor del Beagle sin estudios previos, no debiera generar asombro en este tipo de asuntos de tanta delicadeza pero que termina siendo aprobado sin criterios técnicos.
Resulta poco claro, además, tras la reunión que mantuvieron funcionarios del Municipio con vecinos del barrio Andino, en donde se decidió construir en otro espacio el Salón de Usos Múltiples que proyectaba, si la disponibilidad de los fondos sigue estando disponible o no. Si los fondos están afectados específicamente para una obra que ya no se haría, ¿efectivamente el Municipio dejará de lado la obra o sólo fue una bomba de humo para huir de dar explicaciones a los vecinos?
Por otro lado, resulta suspicaz el apuro del Municipio de "vender" las bondades de una obra que, ambiental y técnicamente, hace agua. Recientemente, el 2 de febrero se celebró el Día Mundial de los Humedales en conmemoración de la firma del Convenio sobre los Humedales en Ramsar, Irán, en 1971. La isla de Tierra del Fuego, al respecto, es uno de los grandes reservorios de humedales del continente americano, concentrando el 95% de los existentes en toda la Argentina. Es dable recordar que las turberas son un tipo de humedales con acumulación de materia orgánica de origen glacial. Esto es, la importancia de las turberas no es sólo biológica: también es registro de los cambios climáticos acaecidos en el pasado y que nos permiten efectuar análisis a futuro. La Laguna del Diablo está rodeada de un espacio de turberas que, de concretarse la obra que proyecta el Ejecutivo Municipal, constituiría un grave avance sobre un espacio natural de un valor incalculable, pero atropellado por la ambición de un grupúsculo de funcionarios. De no mediar la intervención de los vecinos, ¿El Municipio habría atropellado por encima de una turbera alrededor de una laguna que está en medio de la ciudad y que debe ser preservado con mínima intervención humana?
Cualquier ciudadano comprometido con el devenir de la comunidad esperaría que el Municipio haya tomado conciencia del compromiso que asumió al dejar de lado algunas de las obras propuestas. Pero los antecedentes no son los mejores y sólo resta confiar en la presión que puedan ejercer los vecinos para evitar un atropello como el que pretendía llevar la gestión de Vuoto.