Iván Petrella recorre los pisotones a las instituciones y procesos democráticos de las últimas 3 gestiones de los Kirchner
Es difícil hablar sobre un sólo aspecto de la década kirchnerista. Han sido tres gestiones y 10 años de gobierno. A lo largo de estos años los errores han sido varios y los logros del "relato" han superado con creces a los de la realidad. Sin embargo, hay algo que se destaca por sobre lo demás, no sólo por su intensidad sino por su importancia para el futuro de nuestro país: el descuido y pisoteo de las instituciones y la cultura democrática.
Tanto Néstor como Cristina se han presentado como líderes que encarnan los verdaderos intereses de la nación y de la república. Bajo esta perspectiva, los fines justifican los medios: para defender y perseguir el verdadero interés del país debe pasarse por encima de cualquier institución que presente un obstáculo. El Poder Legislativo, institución democrática por excelencia ya que incluye las voces de los ciudadanos en los debates de gobierno, debe someterse y responder a la agenda del Presidente, único representante del interés nacional. El Poder Judicial, encargado de velar por el equilibrio de poderes y proteger a los ciudadanos ante el avance del Estado sobre sus derechos, debe responder ante todo al líder de la república.
Por estas razones, a lo largo de sus 10 años de gobierno, el kirchnerismo ha violado una y otra vez los pilares de nuestra democracia. El Congreso se ha convertido en un ámbito donde el debate y las palabras no tienen valor y las leyes se modifican a discreción del oficialismo. Tomemos como ejemplo la aprobación de la ley de mercado de capitales. Luego de votarse la ley en general – y recibir el apoyo de distintos bloques de la oposición como la UCR, Nuevo Encuentro y la Coalición Cívica – se pasó a su tratamiento en particular, cuando el diputado kirchnerista Roberto Feletti propuso una modificación clave a uno de los incisos de la ley. La votación de esta modificación se hizo a mano alzada (sin registrarse los votos) y el oficialismo logró conseguir los votos necesarios para su aprobación. De esta forma, la ley inicial que había sido apoyada por diversos sectores de la oposición no fue la misma que terminó siendo sancionada. El resultado es que la Comisión Nacional de Valores ahora podría designar veedores con facultad de veto y separar a los órganos de administración de la entidad por un plazo máximo de 180 días en caso de que se encuentren irregularidades o deficiencias. Las reglas del juego se modificaron mientras éste se estaba jugando creando otra herramienta con la cual el oficialismo puede apretar o contralar empresas privadas.
El intento del kichnerismo por controlar el Poder Judicial ha quedado claro a lo largo de estos diez años. Néstor llevó a cabo la primera reforma del Consejo de la Magistratura, facilitando la designación o destitución de jueces por parte del oficialismo. Cristina acaba de dar un paso más al impulsar otra reforma en el Consejo para desarmar la "corporación judicial". Además, la Presidenta y su antecesor, eligieron al 54,8% de los magistrados, contando jueces, camaristas y ministros de la Corte.
En su misión por encarnar el interés de la nación, el kirchnerismo ha establecido una cultura política caracterizada por la confrontación, el conflicto y el descuido a las instituciones. Lo que debemos preguntarnos para las próximas elecciones es qué tipo de democracia queremos: una caracterizada por el antagonismo y el atropello de las instituciones o una cultura democrática basada en la búsqueda de consensos y el respeto por la institucionalidad democrática.