Por Luciano Rodrigo Moreno Calderon* Con el siguiente texto, que recoge una porción del capítulo de un libro donde se compendian entrevistas de medios periodísticos nacionales e internacionales a las personalidades que intervenían de manera directa en las políticas de nuestro argentino Atlántico sur en los años 90, voy a tratar de brindar un breve pantallazo general de lo que fue la estrategia de diplomacia argentina en torno a esta extensa porción territorial, para que cada uno haga un análisis comparativo de lo que es el actual.
En primera instancia, voy a hacer una brevísima descripción de lo que hasta el año pasado había sido, desde la vuelta de la democracia, la peor gestión de nuestra política exterior en torno a la Cuestión Malvinas y todo lo que ella engloba, para que la comparemos con los pasos que realiza la actual.
Creo que es importante, interesante y necesario llamar a la memoria, sobre la historia que, aunque reciente, pareciera huidiza a nuestra conciencia nacional, y de manera calcaría se perfila poco a poco a repetirse con más crudeza que el pasado.
Asi es que voy a tratar de refrescar la incomprensible intención de nuestra actual política exterior, en reproducir el infecundo mecanismo del “paragua de soberanía” y el camino diplomático de la “seducción” a la población implantada kelper, que no es más que un instrumento reconocidamente obsoleto de una potencia colonial, que, en algún momento no muy distante de nuestra historia mundial, tenía más de 400 millones de personas bajo un sistema cancerígeno, contumaz e inhumano, y que hoy, bajo el velo de la impunidad y la irreverencia, apela a los mas anacrónicos e insostenibles fundamentos para seguir delinquiendo a lo largo y ancho de nuestro planeta, con los mismas herramientas de hace 200 años.
Lo siguiente servirá para que el correr del tiempo, demuestre que estamos destinados a cometer los mismos errores, pero de manera más intensa, si emprendemos estrategias fracasadas, como si fueran soluciones nuevas a problemas viejos.
Declaraciones:
Para hacer un correcto análisis comparativo, creo fundamental hacer un breve repaso de lo que fueron las palabras de ambos presidentes argentinos en su campaña y luego en su primer discurso en el Congreso de la Nación. MENEM, discurso durante su campaña, Ushuaia, 14 de Febrero de 1989: “Sepan los piratas del mundo que Argentina no se rinde y que seguiremos insistiendo en los organismos internacionales para recuperar nuestro territorio. No sé cuanto pasará. No sé cuánta sangre tendremos que derramar, pero nuestro territorio volverá al pueblo argentino”.
MACRI, entrevista año 1997: “La verdad es que los temas de las soberanías con un país tan grande como el que tenemos nunca los entiendo mucho. Nosotros no tenemos un problema como los israelíes, que tienen problema de espacio. Acá lo nuestro es casi un amor propio. Es más, creo que las islas Malvinas serían un fuerte déficit adicional para la Argentina. Tengo entendido que al Tesoro de Inglaterra le cuesta bastante plata por año” (durante la campaña no pronuncio ni una vez el nombre Malvinas, ni hizo referencia al Atlántico sur como política de estado).
MENEM, primer discurso en el Congreso Argentino el 8 de Julio de 1989: “En mi carácter de presidente vengo a asumir un irrevocable compromiso, voy a dedicar el mayor y mas importante de mis esfuerzos, en una causa que liberaré con la ley y el derecho en la mano. Será la gran causa argentina: la recuperación de nuestras Malvinas, Georgias y Sandwich del sur”.
MACRI primero discurso en el congreso de la Nación: “"En el caso del Reino Unido, tal como lo conversáramos con el primer ministro Cameron, dialogar no implica renunciar a nuestro reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas".
_Política exterior:
Ahora, volcándonos de lleno a la política exterior menemista.
Luego del transcripto discurso, inmediatamente se anuncio que el Ejecutivo daría una gran importancia a las relaciones con Estados Unidos, (tal cual lo hiciera Macri en su discurso del congreso) siendo Di Tella, luego canciller, quien definiera el tipo de relación a emprender con la máxima potencia de aquel entonces, al decir “queremos un amor carnal con Estados Unidos”, sin aclarar, por supuesto, que nosotros íbamos a el sujeto pasivo en ella, lo que algunos autores, lamentablemente aun vigentes, describieron como “normal, realista y pragmática”. (Recordar visita de Obama a nuestro país 2016)
Buscando este acercamiento con uno de los partícipes primarios de la OTAN, trató lo propio con su histórico integrante y aliado, el Reino Unido, a quien se le ofreció sentarse a dialogar bajo la fórmula del “paragua de soberanía”, planteada por Dante Caputo a finales de la gestión alfonsinista, lo cual rápidamente acepto gustosa, ya que ello suponía el cese de las “hostilidades” (legítimos reclamos) por parte de Argentina, sin tener que tocar el tema de soberanía, de lo cual nunca estuvieron ni van a estar interesados.
Inmediatamente nuestro país levantó las restricciones a las importaciones británicas, e incluso, también, modificó a gusto de Inglaterra algunos procedimientos de las Armada Argentina que incomodaban la explotación unilateral de la pesca en nuestro territorio argentino por parte de los usurpadores y su instrumento colonial kelper.
Teniendo presente que el Presidente Menem asume la titularidad del Ejecutivo Nacional el 14 de Mayo de 1989, con una celeridad inusitada, solo igualada y superada por la actual gestión, en Agosto del mismo año, se reunieron en Nueva York representantes de ambos países, sin que ello significara que la potencia criminal se moviera ni un milímetro de su postura de victoria-derrota, donde nuestro país debió comenzar a postrarse para mostrar ser “confiable”, porque, como dijo el Canciller británico de ese entonces, John Mayor, “mi país no tiene ninguna prisa de restaurar las relaciones con Argentina”. (Recordar Reunión del Davos 2016)
En este clima, entre finales de 1989 y principios de 1990, se comienzan a gestar dos tratados muy lesivos para nuestro país, llamados Madrid I y II, que fueron celebrados con una repugnante liviandad y rapidez, que no tiene más explicación que la pura irreverencia a nuestra historia e identidad nacional, por ser su objeto comprometer la soberanía del territorio argentino en varios aspectos cruciales, como lo son: a) Subordinar nuestras Fuerzas Armadas a las inglesas, al determinar que debíamos informar sobre el movimiento de ellas en el área del Atlántico sur; b) consintiendo una bilateralidad económica pesquera al crear la Comisión de Pesca del Atlántico sur, que tiene por objeto evaluar los recursos marinos de nuestro mar argentino y nuestra plataforma continental para analizar su potencial extractivo e intercambiar información, estableciendo así un cuasi condominio cuyo escenario es nuestro territorio marítimo argentino y nuestra plataforma; c) bilateralidad de la política exterior e inversión, que incluyó la unión de ambas potencias en la lucha contra las drogas, etc.
A pesar de todas las concesiones realizadas por nosotros, en detrimento de nuestros propios intereses, y que el texto de los tratados prohibían la pesca en determinadas zonas denominadas áreas de conservación, Inglaterra establece unilateralmente un “área de administración pesquera”, cuya respuesta por parte de nuestro país es contradictoriamente autorestringirse la pesca por todo el año 93´ para no perjudicar a los isleños, que hacía rato ya estaban otorgando licencias.
En 1994 la potencia cancerígena, nuevamente a contrapelo de lo estatuido en el tratado, extiende su ilegítima jurisdicción marítima al noroeste de Malvinas, donde se proclama dueño y señor del patrullaje y la pesca, y, no satisfecho con ello, empieza a otorgar licencias para la explotación pesquera en las Georgias.
Por otro lado, y bajo este misma actitud de impunidad y altanería, ignorando el Artículo 3º del tratado donde sostiene que el objeto primordial de él es “aumentar la amistad y cooperación” entre ambos pueblos, la criminal potencia usurpadora, haciendo uso de su recurrente, característica y premeditada mala fe, que ya exhibiera para con nuestro país desde 1833 hasta la fecha, cuando violetamente invade nuestras islas luego firmar el Tratado de Amistad y libre comercio del 2 de Febrero de 1825, en Mayo de 1991, a poco más de un año de los tratados de Madrid, de manera totalmente unilateral y en flagrante incumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas (específicamente la 31/49), comienza a violar los acuerdos en lo referente a la exploración de hidrocarburos, autorizando a sus lacayos kelpers a realizar prospección sísmica (primer paso para la búsqueda de petróleo).
La respuesta de nuestro país, ante semejante contradicción no se hace esperar e inmediatamente emite un comunicado de prensa rechazando esta ilegítima decisión unilateral, y paso siguiente, aprueba en Diciembre la ley 23.968 que, conforme a lo estipulado en la Convención sobre el Derecho del Mar, delimita los espacios marítimos de la Nación.
Además de estas dos actitudes, pero siguiendo en su tesitura de tratar de lograr un entendimiento con los británicos en torno al tema de exploración y explotación petrolera en nuestro Atlántico sur, crean el “Grupo de Alto Nivel” con representantes de ambos países.
Como era de esperarse, pocos meses después, el Reino Unido comienza a otorgar licencias para la prospección, y en 1993, comienza a garantizar a las empresas que si encuentran petróleo dentro de las 150 millas que circundan Malvinas, podrán explotarlo, independiente de nuestras quejas y pataleos, que ellos bien saben ignorar, más allá de su legitimidad. (Recordar las declaraciones recientes de la empresa petrolera británica que aumento al doble sus expectativas de extracción gracias a la política exterior argentina)
En 1995, se crea la “zona de cooperación integral” a través de una declaración conjunta, donde ambos gobiernos se comprometían a “cooperar para alentar actividades de prospección y explotación petrolera, costa afuera del Atlántico sudoccidental”. Esta declaración contenía el inquietante detalle, de que los territorios de la zona de explotación petrolera conjunta, abarcaban, según detalla Agustín Romero, espacios que eran indiscutidamente argentinos, lo que significaba un antecedente realmente nefasto para nuestro país y un triunfo para la diplomacia inglesa.
Seis días después de la declaración, en una clara estrategia de la potencia usurpadora, el mecanismo colonial kelper convoca unilateralmente a explorar las aguas adyacentes en busca de petróleo, lo cual no solo rompía lo que nosotros habíamos pactado con su amo (Inglaterra), sino que ampliaba la zona de búsqueda y explotación a 4 veces la superficie pactada en el acuerdo, al norte y al este de Malvinas, convocatoria que excluía a YPF, por supuesto.
En la citada declaración conjunta, nuestro país para resguardar un poco la dignidad realiza una declaración unilateral donde especifica que pretende cobrar regalías a las empresas que extraigan petróleo en Malvinas. En este marco es que surge la llamada ley Menem que crea sanciones a las empresas que busquen petróleo sin nuestra autorización, solo exceptuando de dicha pena a aquellas tributen el 3%, cuando en realidad la ley vigente en aquel entonces dictaminaba que debían tributar un 9%, en una realidad internacional donde por dicha actividad se cobraba promedio un 12%, la sorpresa es mucha cuanto casualmente los kelpers pedían 9%.
Cuando se le pregunta al canciller DI Tella sobre si esta coincidencia era casualidad o entendimiento, el responde al diario La Nación el 3 de Mayo de 1998: “saquen sus propias conclusiones”. Esta declaración enigmática luego fue ampliada cuando al otro día la misma persona responde a Clarín “si las empresas petroleras nos pagan el 3%, no jodemos. No pagan el tres 3%, y jodemos”.
A raíz de estas declaraciones, el vocero de la empresa Lasmo, una de las que exploraría petróleo en Malvinas en ese entonces, dijo claramente que no le pagaría nada a Argentina, por ser ellos una empresa británica con intenciones de explotar en una colonia británica.
En toda esta escalada de contraposición de intereses, enmarcado por la fórmula del “paragua de soberanía” creada en la época de Alfonsín por el ex canciller Dante Caputo, y comenzado a aplicar por Cavallo, Di Tella y Lucio García del Solar en el gobierno de Menem, fue tornándose groseramente anti nacional, al punto tal que tanto el oficialismo como la oposición (Caputo y García del Solar) salieron públicamente a denunciar la tergiversación de este sistema de negociación que, en su aplicación desvirtuada, traía más concesiones perjudiciales a nuestra soberanía política y económica, que beneficios, solicitando ambos por igual, que fuese dejado de lado, por los evidentes resultados negativos para los intereses de nuestro país.
Menem, siendo receptivo de estas críticas, entre los cuales también se encontraba el abuelo del actual Ministro del Interior o Transporte Rogelio Frigerio, en Diciembre de 1996, anuncia públicamente su propuesta de compartir la soberanía diciendo “yo no pierdo las esperanzas de que en el 2000 podamos ver flamear, sola o con otras banderas, la bandera argentina en las islas”, queriendo así dar una muestra de cierre al “paragua”.
El ministro de Defensa inglés Michael Portillo en 1996 dijo, por su parte, en relación a estas declaraciones, que “nuestro gobierno está empeñado en defender las islas y que Gran Bretaña siempre ha dejado claro que la soberanía no solo no se comparte ni se entrega, sino que no estuvo nunca en discusión”.
Dicho esto, Di Tella en 1997, lleva la nueva postura oficial de compartir nuestra soberanía (ya planteada antes de la guerra) a su par británico, quien inmediatamente le responde “que no estaba dispuesto a discutir la posibilidad de transferir o compartir la soberanía del archipiélago”.
En 1997, en el territorio europeo de la delincuente potencia usurpadora, se estaban desarrollando las elecciones entre laboralistas y conservadores, y en este clima, nuestra inepta diplomacia creyó y expresó públicamente que la derrota del partido conservador les daría una chance, a lo el propio propio Tony Blair respondió diciendo en una carta que “no cederemos ni un milímetro en los reclamos de soberanía sobre las islas”, “si los argentinos están anticipando algún cambio en la posición británica, se están equivocando e ignorando el claro mensaje que hemos dado estos años”, “la cuestión de soberanía es un tema de los isleños”, por mi parte, dice Blair “yo nunca entregaré las Falklands”.
Paralelamente a la aplicación del paragua existió otra política por parte de la diplomacia argentina, igualmente ingenua y estéril, que fue la de “seducción a los isleños”, quienes producto de la astucia británica, potenciada por nuestra zoncera, en detrimento de todas la resoluciones de Naciones Unidas, buscaban transformarse en una tercera parte de la disputa, siendo esto totalmente inapropiado y aclarado en las resolución 2065, donde explicita claramente que deben respetarse los INTERESES de los isleños y no sus DESEOS, y esto se fundamenta en que son un mecanismo implantado para quebrantar la integridad territorial argentina, que no puede con su voto o decisión unilateral cohonestar una ocupación violenta, ilegítima y a traición.
Todo ello a pesar de que claramente la posición del mecanismo británico era que no tienen nada que discutir con Argentina y que no desean relacionarse con nuestro país, que según ellos habría tratado de invadirlos en 1982, en lo que en realidad fue la recuperación del 2 de Abril.
Para darse una idea el rechazo que expresaban los isleños, la editora de Penguin News, Lisa Ridell, en un programa de Canal 9 el 1º de Julio de 1997 por comunicación vía satélite con las islas dijo, palabras más palabras menos, que “los isleños no toman con seriedad la política de seducción, que nunca querrán una soberanía compartida y que Argentina piensa en Malvinas, pero los isleños no piensan en Argentina, ya que se ven amenazados por su constante reclamo de soberanía sobre las islas”.
Sobre este tema no veo gran necesidad de avanzar para demostrar el desprecio que sienten la herramienta presencial británica en las islas, ya que gracias a las nuevas tecnologías, podemos observar muy sencillamente, las constantes declaraciones burlescas e impertinentes que realizan en nuestra contra por las redes sociales.
CONLUSIÓN
Teniendo presente que la Organización de las Naciones Unidas ha sido clara en su rechazo al colonialismo, sin una sola excepción desde la Resolución 1514, y que explícitamente estipuló con la resolución 2065 que la usurpación de nuestras islas es una situación de ese carácter, que la misma organización describe en la Resolución nº 2621 de 1970 como un crimen internacional, y que, no solo ello, sino que también especificó que a los isleños implantados no se les puede aplicar el principio de autodeterminación, por no ser un pueblo subyugado o explotado, sino un mecanismo estratégicamente inserto en nuestro territorio argentino, luego de una expulsión de los verdaderos titulares de la soberanía.
Teniendo en cuenta todo lo dicho, es incomprensible, si partimos de la buena fe que debe tener un gobernante para con el querer de su pueblo, el ver positivo tratar de repetir esta estrategia de cooperación y seducción con una potencia que solo pretende hacer negocios con nuestros recursos, omitiendo sistemática y premeditamente los mandatos legales que la instan a no innovar mientras esté irresuelto el conflicto de soberanía, y comenzar las negociaciones para desmilitarizar y descolonizar el territorio argentino.
A mi modesto entender, solo puede ser encuadrada esta estrategia dentro de la idiotez y el desconocimiento grosero de la historia diplomática, o en algo mucho peor, como lo son complicidad con crímenes internacionales (como lo es el colonialismo), la negación de la personalidad nacional, y en un roce constante con la traición a la patria.
Muy relacionado con describir el perfil actual de nuestra política exterior en relación a la Causa Malvinas y todo lo que ella engloba, es imprescindible destacar que ella no es solo una cuestión constitucional, como tan suelta de cuerpo expresa hasta el hartazgo la ingeniera electrónica Susana Malcorra, sino que ésta un sentimiento claro y legítimo bien arraigado en el ser nacional argentino, y afianzado a lo largo de estos casi 200 años de usurpación e impunidad.
Debo recordarle también a la especialista en electrónica, hoy devenida canciller de nuestra república, que la constitución de un estado, y más la de uno nacional, “es el pensamiento profundo de un pueblo sobre sí mismo”, por lo que espero que cuando se refiera a la cuestión que nos convoca, tanto dentro como fuera de nuestro país, explicite que es un pensar y sentir generalizado del pueblo argentino, devenido en manda constitucional, por el sencillo de ser esta institución fundamental del estado, un fiel reflejo del espíritu argentino, y un reclamo al cual adhiere una amplia mayoría de los países del mundo.
Menem fue pésimo en su política exterior, entre otras cosas, pero al lado de Macri es San Martin. Porque a pesar de haber hecho lo que hizo, pareciera que pudo tener buenas intenciones, por lo menos con sus palabras, lo que no ocurre con la gestión actual, cuya tibieza entreguista parece llegar a un nivel inexplorado en nuestra historia. Lo que Menem y sus servidores celebran con gran alegría, porque como todos sabemos, no hay nada mejor para un mal gobernante, que el tiempo ponga el gobierno en manos de alguien pésimo, porque eso demuestra que se puede ser peor.
No debemos tratar de aplicar remedios que en el pasado solo demostraron complicar el problema, como si los placebos perniciosos del ayer fueran a solucionar hoy lo que antes solo complicaron el cuadro.
El autor de la nota es miembroi de la Unión Malvinizadora Argentina