| 15 de enero

Semblanza de Ernesto Manuel Campos

Por Mario Casabona Guerra* Un 15 de enero de 1987 fallecía Ernesto Manuel Campos, capitán de navío, gobernador del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, diputado nacional electo en 1973. Pero antes que todo eso, fue un visionario que se dedicó a transformar la vida con una gran obra que aún perdura y es testimonio mudo de la voluntad como fuerza motora de lo que pueden lograr los pueblos cuando cuentan con el impulso necesario.

Por Mario Casabona Guerra* Un 15 de enero de 1987 fallecía Ernesto Manuel Campos, capitán de navío, gobernador del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, diputado nacional electo en 1973. Pero antes que todo eso, fue un visionario que se dedicó a transformar la vida con una gran obra que aún perdura y es testimonio mudo de la voluntad como fuerza motora de lo que pueden lograr los pueblos cuando cuentan con el impulso necesario.
 
Asumiendo la gobernación un 7 de junio de 1958 tras la designación por parte del presidente Arturo Frondizi, el carácter desarrollista que le imprimió a su gestión, podríamos decir que fue posible y factible por el respaldo de un gobierno nacional que se propuso hacer frente a algunas de las dificultades estructurales de la economía argentina. Frondizi, de la mano de su asesor y mente brillante Rogelio Frigerio, promovió el autoabastecimiento energético en el entendimiento que los capitales que se drenaban por la importación energética podían ser destinados al desarrollo de otras áreas consideradas importantes en un contexto global en el que la creciente competencia entre los modelos liderados, respectivamente, por los Estados Unidos por un lado, y por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), por el otro, hacían pender de un hilo todo el conglomerado sobre el que se sostenía la economía global, con mucho mayor riesgo para aquellos países que no tenían el poderío de aquellas potencias. Así, pese a haber sido un ferviente defensor del monopolio estatal, plasmado incluso en su libro Petróleo y Política, Frondizi fomentó la asociación con capitales privados en materia de exploración, alcanzando el tan deseado objetivo del autoabastecimiento.
 
En Tierra del Fuego las vicisitudes tenían sus notorias particularidades. Con el Presidio cerrado desde 1948, la principal fuente de empleo en Ushuaia ya no formaba parte de la realidad local y en la zona norte, con Río Grande como centro urbano, la actividad de las estancias movía el amperímetro de la economía. Si bien el primer pozo petrolero en Tierra del Fuego había sido descubierto en junio de 1949, el conocido como TF1, las gestiones de Campos –siendo ya gobernador a fines de la siguiente década- para que el Territorio percibiera regalías por dicha explotación del subsuelo, posibilitaron la expansión de la obra que dura hasta nuestros días.
 
El Parque Nacional Tierra del Fuego; el Hospital Regional Ushuaia; la inauguración de Radio Nacional Ushuaia; la construcción de las hosterías Alakush en el Parque Nacional, Kaikén en el Lago Fagnano y Petrel en el Lago Escondido; el hotel Albatros en Ushuaia; la pavimentación de las principales calles y arterias; la ampliación del Hospital Regional Río Grande; soluciones habitacionales a partir de un trabajo mancomunado con el Banco Hipotecario Nacional; entre otros hechos, han sido parte de la obra que encaró Campos siendo gobernador. Incluso podemos destacar la designación de Martin Lawrence, nieto de John, uno de los primeros habitantes de la instalada Misión Anglicana en lo que hoy es Ushuaia, como un hecho meritorio por el significado de poner en uno de los cargos más importantes de la Gobernación a un hijo de la tierra.
 
Si bien pasó a la historia por obvias razones la Ley 19640, el precedente de la creación de la Zona Franca que establecía exenciones impositivas en la compra de bienes fue un paso más que importante para favorecer el mejoramiento de la capitalización de los vecinos de Tierra del Fuego. Por su lado, la radicación de una unidad de extensión del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) determinó el fortalecimiento del respaldo del Estado a un sector de la población vinculado a las actividades económicas primarias.
 
Capítulo aparte merece la labor que llevó adelante Campos para acercar a los habitantes de las Islas Malvinas con la Argentina. En este sentido, la “diplomacia blanda” que promovió fue de encomiable valor, dada la vinculación que formó entre isleños y argentinos. Es imposible hacer un ejercicio de historia contrafáctica, pero vale preguntarnos qué hubiese pasado si, en lugar de optar por la guerra, Argentina continuaba este acercamiento y en qué habría terminado. Lo que sí podríamos especular es que no existiría el enojo y el resentimiento que hoy tienen los súbditos de la corona británica en las Islas que constituyen, en pleno siglo XXI, en uno de los poquísimos enclaves coloniales que persisten del anacrónico y retrógrado imperialismo decimonónico.
 
¿Es posible un Campos en la Tierra del Fuego del siglo XXI? Es difícil analizar las condiciones de los años venideros con una figura que, habiendo nacido un 5 de agosto de 1914 en Córdoba y formado en un país con una cultura cívica muy diferente, pueda ser extrapolada un siglo hacia adelante. A priori, deberíamos lamentar no poder contar con alguien de su talla intelectual. Pero sí podríamos empecinarnos en promover una dirigencia responsable en sus aspiraciones pero con el ímpetu de alguien que, además de tener el respaldo de un gobierno central, tuvo el coraje de mirar más allá de la circunstancia en la que debió actuar. Gobernadores de distinto signo político en Tierra del Fuego han tenido el respaldo y el beneplácito, cuando no el favoritismo, de las autoridades que están cómodas en sus mullidos sillones en Balcarce 50 y bien cerca del sillón de Rivadavia. No obstante, eso no ha significado que tengan las ideas para superar el cortoplacismo en que estamos sumidos los fueguinos. Es en este aspecto que la figura de Ernesto Manuel Campos se yergue impávida frente a una dirigencia que sólo puede esbozar bucólicamente discursos reivindicatorios, porque en materia de acción de gobierno no son capaces de hacerlo. 
 
*El autor de la nota es miembro de UCR Diversidad y del espacio Evolución Radical de Tierra del Fuego. 
 
 
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