Este viernes a las 21.30, en el microcine de la Secretaría de Cultura (Laserre 74) se proyectará la película Tenemos que Hablar de Kevin (2011), basada en el libro de Lionel Shriver y dirigida por Lynne Ramsay.
– Porque lo hiciste? Cual es el punto?
– El punto es que no hay punto.
Kevin responde mientras mastica vidrio, sacándose los pedacitos y ubicándolos en el borde de un plato de comida. Su mamá le preguntaba algo que resume la esencia de la película. Le preguntaba sobre los motivos, buscando alguna razón que justifique su comportamiento, su actitud, algo que de luz sobre el futuro de un psicópata. No hay tal luz. El mal está ahí en la casa, mirando a mamá de reojo, moviéndose como felino salvaje a punto de atacar.
Lynne Ramsay es la directora de esta película que rememora otras viejas películas como La Profecía o El bebé de Rosemary donde se veía el crecimiento de la maldad, donde la sensación del espectador es de impotencia frente a lo incomprensible, o la resignación ante lo que está dado. El enemigo de mamá fue arrojado al mundo, sin ninguna explicación posible más que la ofrecida por los hechos concretos, como una sucesión de eventos esperados que decantarán en la masacre consagratoria del asesino.
Basada en un libro de Lionel Shriver, la película intenta obtener una respuesta sobre las mentalidades de los adolescentes devenidos matadores de sus compañeros de escuela. No a la manera de Bowling for Columbine (Michael Moore, 2002) en donde la crítica apunta a toda la western-society de los Estados Unidos. Tenemos que hablar de Kevin nos encierra en la casa donde se gesta por sí solo un engendro sádico, ante la mirada impotente de su madre, la misma mirada del espectador.