Bien es conocido en el entorno informático el uso y aplicación de caracteres especiales, cuyos más difundidos ejemplares son “?” y “*”, siendo el primero un comodín que reemplaza a otro carácter, y el segundo a un número indefinido de estos.
Hace algo más de un mes, intenté registrar una URL (dirección en la red) en Nic.ar, para que un cliente mío pueda tener su propio sitio web (para aquellos que no están familiarizados con la materia, en Argentina la mayoría de las URLs que terminan en .ar son otorgadas por este organismo, dependiente de la Secretaría Legal y Técnica,
de la Presidencia de la Nación.).
Si bien últimamente la calidad del servicio venía decayendo, sólo era cuestión de esperar uno o dos días sobre las 48 horas hábiles habituales, para que el trámite sea realizado, cuando en cualquier otra parte del mundo es instantáneo. Al haber transcurrido más de una semana desde la solicitud inicial del nombre de la URL, comencé a preocuparme, por lo que decidí ponerme en contacto con ellos. Luego de varios e-mails (y sus respectivos días de espera) sin respuesta (por demás está decir que jamás atienden el chat que ofrecen), decidí llamar por teléfono para informarme si ocurría alguna situación que justificase tal demora y tras un par de infructuosos intentos, se produjo la ansiada conexión con un empleado que si bien intentó ser servicial, dejaba notar que una baja productividad en su actividad no varía sus ingresos ni los de su organización (el temible factor “empleado estatal”).
Cuándo le informé, lo que según mi punto de vista era notorio y pude proveerle el número de trámite que se me había asignado, como sería de esperar, me pidió que aguarde. Quizás algún día en una espera similar redacte un manual de actividades que se pueden emprender, completar y rehacer mientras uno está rogando que no se corte la comunicación.
Sin embargo mi preocupación fue desvanecida al reanudarse la comunicación e inmediatamente se me comunicó que el trámite acababa de ser destrabado y ya podría seguir su curso normal y de este modo en las habituales 48 horas hábiles podría proceder a la delegación de los DNSs (servidores de dominio de nombre, básicamente los encargados de direccionar hacia el servidor donde se aloja el sitio web).
Dada la extraña respuesta recibida “ya fue destrabado”, pregunté a mi interlocutor qué había sucedido a lo que me respondío “es que tenía caracteres especiales” (sic). Quedé atónito. Tras un instante de silencio donde revisé no menos de un centenar de veces en mi cabeza qué fue lo que yo podría haber escrito mal para hacer mal tan sencillo trámite para este nuevo cliente dedicado al rubro de la mercadotecnia, pregunté “¿Es por que tiene una “K”?. Una muy débil (y casi íntima) afirmación por parte del empleado, me hizo saber que “algo grave” está sucediendo.
Al no ser este el único trámite que debo hacer para esta compañía, aproveché a indagar lo necesario como para no ver el resto de mis trámites nuevamente demorados, y me informaron que cualquier registro que incluya “el carácter especial” deberá ser autorizado en forma similar a la que estaba realizando. Solicité información por el resto de las URLs que solicité, y fueron “destrabados” al instante, sin embargo sea yo quizás ya testigo del primer (parafraseando a quién inmortalizara el status indefinido del ser) “desaparecido digital” al reclamar por un trámite del que se me entregó constancia de inicio y no pudo ser hallado registro alguno en el sistema (¿número de control interno? Por favor, eso será en algún país del Primer Mundo).
Si alguna enseñanza nos dejan diez años de un mismo “aparato populista” es que el alfabeto es reducido a su antojo y voluntad, ya que el que importa es el que administra y no el dueño que cede la administración. Huelga aclarar que, de forma solapada o no, “ya fueron por todo” al incluir a cualquier persona libre en el negado “Proyecto X” y evidenciar de torpe manera estar monitoreando cualquier actividad que realizamos, tal como lo han hecho los autores del “modelo” que intentan copiar, de hace casi cien años atrás. Una verdadera demostración de progreso, al imitar el accionar del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.
Federico Lazzari es Lic. en Administración de Empresas y afiliado al Partido Liberal Libertario.