Con el cierre, el pasado viernes 7, de la Convención Constituyente en la ciudad de Ushuaia, se cierra un período de discusión que se extendió durante poco más de cuatro meses luego de la elección celebrada el 15 de mayo. Con discusiones poco profundas, iniciativas que confundían el rol de una Convención con el de un Concejo Deliberante en materia legislativa, el saldo que podemos hacer es muchísimo menos que beneficioso. Una Convención que avaló barrabasadas innecesarias, como la viceintendencia, permitiendo de este modo la re-relección del actual intendente Vuoto, incrementó a 10 la cantidad de concejales pese a que el actual cuerpo sesiona una fracción de lo que lo hacía, incluso, una década atrás, y no permite el ballotage para evitar que hubiera jefes comunales con un 24% de los votos válidos emitidos.
Algunos de estos asuntos, que fueron aprobados gracias al voto del bloque liderado por el intendente Walter Vuoto y acompañado por Fernando Oyarzun y de Mónica Urquiza (esta última dotada del doble voto en calidad de titular del cuerpo estatuyente), la Convención resultó un trámite de fácil dirección en torno a los deseos del vuotismo y sus lacayos. Incluso utilizaron los espacios de participación vecinal para forzar puntos de vista que beneficiaran al jefe comunal. En este sentido, es notoria la desinteligencia de Juntos por el Cambio (JxC), que no sólo no convocó figuras que pudieran respaldar sus iniciativas sino que directamente no tuvieron el pronunciamiento lo suficientemente fuerte para hacer oir sus posiciones.
Pese a que era esperable el voto de Oyarzun y Urquiza, dado que ambos pertenecen al Ejecutivo provincial, aliado del intendente Vuoto pese a las innumerables críticas que soltaron lacayos personales de Vuoto como el histórico Mario Daniele, quien poco antes de las elecciones legislativas de 2021 criticó fuerte y abiertamente a uno de los integrantes de la lista de diputados del Frente de Todos (FdT); luego de la elección criticaron la falta de acompañamiento del propio gobernador Gustavo Melella en la campaña; y, más recientemente, hace escasos dos meses, el senador Matías Rodríguez, marido de la edil ultraoficialista Laura Avila, confirmó que será precandidato a gobernador para competir contra Melella en los comicios de 2023; resultó mucho más sorpresivo el nivel de panquequeo de la vicegobernadora que había expresado opiniones muy fuertes en torno a las pretensiones re-reeleccionistas de Vuoto.
Por otro lado, quedó bastante claro que la bancada de JxC, no sólo no pudo lograr los consensos necesarios para tener el acompañamiento para la aprobación de los que habían sido sus ejes de campaña sino que tampoco se abroqueló a las bancadas de Javier Branca y de Somos Fueguinos junto a Liliana "Chispita" Fadul, Valter Tavarone y Mónica Hoyos. En tal sentido, Ramiro Requejado y Myriam Canga, los convencionales de JxC, no pueden mostrar ante la militancia que los acompañó durante la campaña, resultados acordes a lo que han planteado. Tampoco, vale decir, pudieron mostrarse ante los vecinos como parte de una oposición marcada frente a una gestión que es más un circo plagado de payasos que una intendencia responsable y a la altura de las circunstancias.
Probablemente quienes queden mejor posicionados frente al electorado opositor, que tendrá un nuevo desafío en 2023 y al que, paradójicamente, le conviene la instauración de la figura del viceintendente, al tener mayores opciones de combinar un binomio que pueda resultar atractivo y sume voluntades; las figuras de Fadul y de Branca. Este último, figura antagónica de gran molestia para el intendente Vuoto y sus acólitos, ha sido destinatario de numerosas acciones (des)informativas desde el fin de la campaña electoral. Pese a ser un solo voto en un cuerpo legislativo de siete ediles, resulta ser una piedra en el zapato frentetodista en la Municipalidad. Fadul, en tanto, es la referente política que, pese a su interrumpida acción política como electa, tiene una relevancia y presencia que no se apaga más allá de los resultados electorales, lo cual habla del mérito, la constancia y la persistencia de quien tiene algunos desempeños nada desdeñables, poniendo en jaque a los aparatos partidarios de mayor peso.
Párrafo aparte amerita la discusión por la paridad de género, que terminó siendo nuevamente materia de definición por parte del Concejo Deliberante que deberá reglamentar la forma en que se efectúe la conformación paritaria del cuerpo legislativo. Pese a que el movimiento feminista lo ha visto como un triunfo, la nueva Carta Orgánica sólo enuncia que se deberá reglamentar por ordenanza el criterio para la integración del Concejo Deliberante. El mismo Concejo Deliberante que hace años no logra alcanzar los consensos para hacerlo y, para tal fin, convocó a una Convención Constituyente en tal sentido.