Resulta lamentable la campaña del terror que el intendente Walter Vuoto y el titular de la UISE, Silvio Bocchicchio, implementan en las unidades móviles, ignorando que se trata de una empresa autárquica que percibe, en el semestre en curso, una tarifa de $52 (similar a la "bajada de bandera" de los taxis antes del último aumento dispuesto por el Concejo Deliberante) y subsidios de decenas de millones de pesos (mensuales y extraordinarios) para mantenerse...
Resulta lamentable la campaña del terror que el intendente Walter Vuoto y el titular de la UISE, Silvio Bocchicchio, implementan en las unidades móviles, ignorando que se trata de una empresa autárquica que percibe, en el semestre en curso, una tarifa de $52 (similar a la "bajada de bandera" de los taxis antes del último aumento dispuesto por el Concejo Deliberante) y subsidios de decenas de millones de pesos (mensuales y extraordinarios) para mantenerse. El despotismo de quienes utilizan bienes y servicios públicos para provecho propio, no sólo nos asemeja a aquellas monarquías medievales que la humanidad dejó hace siglos: también es retrotraernos a las épocas más nefastas de la política argentina cuando grupos políticos se apropiaban de los resortes del Estado para perseguir a quienes piensan distinto.
Es paradójica la actitud de Bocchicchio: de quinta columna de la oposición en el Concejo Deliberante, se transformó en la quinta esencia camporista que no duda en descender a los círculos del infierno de la política para sostener sus cargos y posiciones, sobreactuando una defensa de los intereses municipales que tanto olvidaba cuando gobernaba la provincia Fabiana Rios, de quien incluso algún mediático abogado sostenía que debía ser destituida por retención de fondos coparticipables.
Sin ingresar en la polémica sobre dichas declaraciones (más aún cuando pasaron años y gestiones y Rios no es más que una gobernadora jubilada líder de su partido), lo relevante es indagar en las contradicciones de Bocchicchio, que no dudaba en apuntar con su intachable trayectoria y su pulcra actuación pública en contra de ciertos intendentes y hoy tampoco le tiembla el pulso para prestarse a los juegos perversos del poder de Vuoto reclamando deudas cuyo sustento son, cuanto menos, de difícil verificación.